Capítulo 46

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Norman

El décimo día del mes, en la mañana, Kevin despertó por completo. La aplicación de drogas había disminuido en su organismo y se mantenía despierto más tiempo.

Aunque no hablaba aún. Todos estábamos reunidos en la sala de él, al parecer sus signos vitales habían mejorado y era muy probable que en poco tiempo ya despertara por completo.

Y así fue.

Bajé a buscar café y desayuno para todos, cuando mi móvil comenzó a sonar. Era mi madre, regresé corriendo y subí las escaleras en un minuto.

—¿Kevin? —le dije acercándome y tomando una de sus manos.

Él me miró con el ceño fruncido y retiró su mano.

—¿Quién es él? —dijo dirigiéndose a los demás presentes.

Un nudo se formó en mi garganta y me giré para verlos a ver si habían escuchado lo mismo que yo. No podía creer lo que estaba pasando.

—No…no sabe quien soy.

De repente, su mano tomó mi nuca, obligándome a girar la cabeza, y me dio un beso en los labios.

—¿Cómo podría olvidarme de ti? Si casi pierdo mi vida por salvarte. Y: ¿sabes qué? … lo haría mil veces más.

En ese momento quería golpearlo por hacerme pasarlo mal. No cambiaba ni aunque estuviese al borde de la muerte. Lo abracé con delicadeza.

Un chico que recordaba de algún lugar apareció tímido entre los presentes.

—Hola —saludó.

—Hola —le respondimos a la misma vez.

—Chicos, él fue responsable de que estén sanos y a salvo hoy —explicó mi padre.

Hasta que me vino a la mente su imagen, era el encargado de la joyería donde compré nuestros anillos de compromiso.

—Sí, todas y cada una de nuestras joyas tienen instalado un dispositivo GPS que nos permite localizarlas en el lugar que estén. Cuando vi en las noticias la historia de su secuestro, recordé ese detalle y decidí ayudar. Gracias a dios todo salió bien.

—No sabes lo agradecido que estamos — le dijo el señor Heng.

—Y lo estaremos —dije recalcando que, de ahora en adelante, tendría a Stan-Heng Enterprises a sus pies.

Un médico pidió permiso para entrar a la sala. Kevin tiró de mi mano, acercándome a su rostro.

—¿Nene? No crees que debamos decirles a todos que se vayan, me avergonzaría que supieran, bueno…aquello por este doctor que seguro lo dirá.

—Creo que no, de todos modos, en algún momento se enterarán. 

Él asintió.

—Bien, chicos, ya tengo los resultados de los análisis y las resonancias —dijo y tragué grueso —. En pocos días ya el chico tendrá el alta. Solo quiero hacerle unas últimas pruebas y será suficiente.

—Doctor —dije apretando la mano de Kevin —: ¿qué hay de los otros resultados?

—¿Cuáles?

—Ya sabe, los de la enfermedad…

Todos en la sala abrieron los ojos asombrados.

—¿La enfermedad? No sé bien a qué se refiere. Este chico está cien por ciento sano.

—Es que le hicimos unos análisis hace tiempo y dio positivo a…VIH.

El rostro de mis padres palideció.

El médico nos miró con la frente arrugada y nos extendió los papeles que tenía en la mano.

—Bueno, debe haber un error en el lugar donde los hicieron. Esta muestra de sangre la recolecté, analicé y recogí los resultados yo mismo. Les puedo asegurar que está completamente sano.

—Entonces eso significa…

—Sí, puedo asegurarte que no estás enfermo. Felicidades. En unos días estarás de vuelta en casa.

Nos miramos sonriendo.

Definitivamente, todo iba a estar bien. 

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