Capítulo 4

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Norman

Mi espalda chocó con la pared, su cuerpo fuerte me apresaba. Nuestras lenguas estaban en una batalla por dominar, húmedas y calientes.

Lo tomé de su pelo largo, empujándolo contra mi rostro. Nos separamos para respirar y atacó mi cuello.

Un chasquido doloroso me indicó que probablemente había dejado un chupetón ahí. Siguió bajando hasta mis clavículas, mi garganta.

Con una de sus manos frotaba mi polla y la otra rodeaba mi cuello como si quisiera ahogarme.

Agarré sus hombros y cambié de posición, ahora siendo él quien estaba acorralado entre mi cuerpo y la pared.

Lo miré un segundo, sus labios color rojo y sus ojos lujuriosos cargados de deseo me hicieron temblar las piernas.

Bajé mi cabeza y comencé a chupar alrededor de sus pezones. Abrí el zíper de su pantalón e introduje mi mano en este.

Cuando sintió mi mano cerrarse alrededor de su erección, gimió. Mordí mi labio al sentir lo duro que estaba.

Varios minutos de calentón terminaron con él de rodillas frente a mí, bajando mis pantalones hasta el suelo.

—Nunca imaginé lo grande que eres — dijo mirando mi entrepierna —. Supongo que puedo con eso.

Tiré la cabeza hacia atrás cuando pude sentir la humedad deliciosa de su boca alrededor de mí y tomé su cabello largo entre mis dedos.

Él continuaba llevando mi polla hasta el fondo de su garganta una y otra vez, poniéndome al límite.

Temía correrme antes de tiempo y tiré de su pelo hacia atrás.

—Si no te detienes me correré en tu boca.

—Me ofendería que no lo hicieras —dijo bombeando de arriba abajo su propia polla.

Suspiré y me dejé llevar, solo un poco de succiones más, el juego terminó para mí.

Las corrientes de placer me recorrían el cuerpo y la imagen de él tragando y riendo era más que excitante.

Pero no quería que esto acabara aquí. Aún quedaba mucho por hacer. Me coloqué de rodillas frente a él, me dispuse a repetir su acción de antes tiró de mis hombros y me hizo levantar del suelo.

—Prefiero ir a la cama. Dejemos esto para otro momento.

Asentí, si tanto deseaba ser follado, así sería.

Besándonos, para que pudiera sentir mi sabor de sus labios, llegamos hasta el dormitorio principal.

Nos deshicimos del resto de la ropa. Por un segundo miré su cuerpo esbelto, con torso duro y definido.

Me mordí el labio inferior. Estaba más bueno de lo que me imaginaba, pero en el momento que intenté ver mejor, apagó la luz y solo quedó una lámpara pequeña encendida.

Se abalanzó sobre mí, acariciando mi pecho y mis abdominales.

—Tienes varias cosas ocultas bajo esos trajes lujosos —dijo tocando mi tabla de cuatro.

—No tanto como tú —respondí tocando los suyos —. En el cajón derecho hay…

Entendió mi mensaje y extendió su mano hasta allí. Sacó del cajón una caja de condones y una botella de lubricante. Sonreí excitado.

Pero para mi sorpresa me giró hasta quedar bajo él sobre mi estómago.

—¿Qué haces? —inquirí intentando voltearme. Su mano me mantenía en el lugar.

—¿Cómo que qué hago? Follarte. ¿O te va el rollo de mirar a los ojos mientras te lo hacen? Porque si es así, no tengo ningún problema.

Me liberé de su agarre completamente y me senté en la cama.

—No lo harás. En todo caso lo haré yo — demandé.

—De ninguna manera. No soy pasivo.

—Yo tampoco.

—¿En serio? Porque tienes toda la pinta de serlo —Al ver que fruncí mi ceño explicó—: usas maquillaje, te interesa la moda, decoras mejor que cualquier mujer, usas esos trajes que hacen que tu culo se vea aún más apetitoso de lo que es. Perdóname, pero eres un pasivo de manual.

—Vete a la mierda. 

—Pues sí, eso haré. Muchos morirían por dejar que los folle. Y ahora mismo voy a buscarlos. —Se puso de pie para marcharse y tomé con fuerza de su mano.

—En mi casa no —advertí. Él chasqueó la lengua y se liberó, pero lo volví a agarrar —. En mi casa no —repetí.

—Ya, pesado, ya entendí. —Y se marchó resoplando.

Cuando escuché la puerta de entrada cerrarse, dejé salir un profundo suspiro.

Tenía que poner en orden las cosas para que esto funcionara.

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