Capítulo 37

506 77 17
                                    

Kevin

—¿Estás seguro de que todo está listo?— me preguntó Norman por quinta vez en una hora. Iba de un lado de la habitación hacia el otro, nervioso.

—Sí, amor —le dije tomando sus hombros, obligándolo a calmarse —. Tienes que estar calmado o te dará un ataque de pánico en el avión. Todo va a salir bien.

Nunca lo había visto de esa forma. Claro, todo se debía a la llamada en la noche anterior de que su cuñada había sido llevada al hospital, a punto de dar a luz a su segundo sobrino.

De inmediato reservamos un vuelo y nos dispusimos a preparar los equipajes.
Ya en el avión se había tranquilizado un poco, aunque sus piernas aún repicaban en el suelo con insistencia.

—¿Crees que todo salga bien?

—Por supuesto —lo tranquilicé besando su mano.

Horas después del aterrizaje, tomamos un taxi directo al hospital. Cuando llegamos hasta la sala de espera, estaban todos los Heng reunidos allí.

—Hola, mis amores —la señora Heng se acercó a saludarnos y seguidamente lo hicieron todos los miembros restantes.
Liu era un manojo de nervios.

—¿Dónde está Durin? —pregunté notando la ausencia de la menor.

—Está en casa, con la niñera. No quería tenerla aquí porque no sabemos cuanto tarde el parto —contestó el señor Heng.

—Norman ¿Por qué no van hasta la casa y reemplazan a la chica? No me gusta que se quede mucho tiempo sola, sin nosotros —propuso la señora.

—Prefiero quedarme aquí.

—No, mamá tiene razón. Estamos todos aquí. Cualquier cosa que haga falta podemos ayudar. Vayan a casa, Durin se pondrá muy contenta.

A regañadientes, accedimos a la petición de la familia y nos dirigimos hasta la casa.
                       (…)
La pequeña estaba sobre la mesa del comedor. Lápices de colores y hojas dibujadas por doquier.

Estaba ensimismada contándole una historia de su dibujo a la niñera cuando nos vio entrar.

Dejó caer todos los utensilios que usaba, y fue directamente corriendo hacia mí. La cargué en brazos y me llenó de besos.
Norman estaba a mi lado, sonriente.

—Enana, ¿has saludado a Kevin antes que a mí? Vamos a ver quién te llena la cama de regalos en navidad.

—Yo también puedo hacer eso, cariño — le dije. Ella extendió sus manitas para saludar a mi compañero.

Norman fue hasta la chica y le extendió un billete, esta hizo una reverencia y se retiró.

—¡Vamos a ver muñes! —gritó la pequeña.

Y bajó de mis brazos para ir corriendo hasta el sofá.

Una hora después, tanto Norman como ella estaban dormidos allí. La cabeza de la pequeña descansaba en el regazo de él.

Lentamente me acerqué para no despertarla, y toqué con suavidad el cabello de mi esposo.

—Amor, ya eres tío, nuevamente. Es un niño —había recibido una llamada de Liu anunciando la noticia.

Su rostro se iluminó y dos lágrimas surcaron sus mejillas. Lo besé y me senté a los pies de Durin. En un susurro comenzamos a hablar.

—Norman...

—Huh.

—¿Has pensado en tener hijos alguna vez?

Se quedó mirándome y frotó sus ojos.

—¿A qué viene esa pregunta ahora?

—No sé, es simple curiosidad.

—Kevin, tienes veintitrés años, no es tiempo para pensar en eso.

—¿Te cuesta mucho responder?

Él suspiró.

—No, no quiero hijos. Es demasiada responsabilidad. Amo a mis sobrinos — dijo acariciando el cabello de Durin —. Pero sé lo que es criarlos y requiere el cien por ciento de tu vida.

—A mí sí me gustaría. Soy hijo único, mi padre no tuvo hermanos, ni mi madre tampoco y ella murió cuando yo aún era muy pequeño. Me he sentido solo la mayor parte de mi vida.

—Solo estás interesado ahora porque estamos en esta situación…además, somos hombres. ¿No crees que sería raro para un niño…?

Me puse de pie y me marché de la sala. Odiaba que me trataran como un malcriado.

De hecho, había pensado en eso muchas veces antes, pero me pareció un buen momento para hablarle al verlo emocionado por el nuevo integrante de su familia.

Salí hacia el patio, la brisa golpeó mi rostro y saqué un paquete de cigarrillos que había guardado para una ocasión de estrés, como esta.

—Oye —Norman apareció detrás de mí unos minutos más tarde —. Perdona por lo de antes…—se interrumpió al ver el cigarrillo. Lo retiró de mis manos, lanzándolo lejos.

—¿Te avergüenzas de lo que somos? —él negó —. Porque no veo nada de malo en querer adoptar.

—No es que haya nada malo, no me expliqué bien.

—Sí, te explicaste perfectamente. Y la verdad, no quiero discutir. Este es un momento importante para tu familia. Hablaremos cuando regresemos a casa.

Pasé por su lado con la intención de marcharme, y me agarró por la cintura, acercándome a él.

—Perdóname, nene. No quise hacerte pensar mal. Para mí eres el mayor compromiso que tengo. Lo que quieras está bien, solo señalo que no es el momento aún. Somos muy jóvenes, soy solo tres años mayor. Podemos hacer que funcione, a su tiempo.

En realidad, aún estaba molesto, pero ¿quién podría resistirse a sus palabras? Cedí y le permití besarme.

—Vamos dentro, hay frío aquí y tengo que comprobar que Durin se haya quedado en la cama donde la dejé.

—Está bien.

We Found Our DestinyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora