Capítulo 36

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Kevin

La zona VIP era un local completamente de cristal. Estaba por encima del nivel de la pista de baile.

Cuando todos los chicos se marcharon, tomé a Norman del brazo. Pegué su cuerpo a una de las paredes de cristal frontales y lo apresé contra esta, con su espalda apoyada en mi pecho.

Frotaba mi pene contra su trasero descaradamente. Desde nuestra posición podíamos ver a todos en el lugar.

—¿Sabes lo excitante de esto?  —le dije mientras mordía su oreja —. Que ahora mismo cualquiera de esas personas que están ahí debajo pueden levantar la vista y vernos.

—Y… ¿si nos graban?

—Se morirán de envidia. He visto actores porno con menos sensualidad que tú.

—Kevin…

—Tú provocaste esto. Ahora asume.

Lo giré hasta tenerlo de frente, asenté mi mano sobre su cabeza para obligarlo a ponerse de rodillas, bajé mis pantalones y calzones.

Él miraba hacia abajo nervioso, levanté su barbilla.

—Olvídate de todo y concéntrate solo en mí. Sé que amas verme disfrutar.

Sonrió, tomando mi erección con ambas manos.  Su lengua acariciaba los bordes de esta, tentándome. Hasta que de un movimiento la introdujo por completo. Sin detenerse comenzó a llevarla hasta lo más profundo, una y otra vez, sin dejar de mirarme.

Cuando sentí que era demasiado, lo empujé con suavidad. Tomé su brazo y lo ayudé a ponerse de pie. Me dejé caer en el sofá. 

—Báilame…mientras te desnudas. La música está perfecta para el momento.

—Lo que pida mi esposo.

Retiró su camisa, que ya estaba abierta, dejándola caer al suelo, bailando al ritmo de “Love you like me” de William Singe.

Se puso de espaldas, deslizó sus vaqueros y boxers hasta el suelo, dándome una vista completa de su trasero y piernas tonificadas.

Era un espectáculo increíble, sus movimientos sensuales, su piel tan blanca y hermosa. Sin dudas era el más afortunado por poder tenerlo y tocarlo cuando quisiera.

Aunque deseaba disfrutar el espectáculo otro rato, mi polla estaba dolorosamente dura.

Cuando estaba completamente desnudo, lo llamé con un gesto.

—Ven a gatas hasta aquí.

Negó, pero yo asentí. Volvió a negar, y volví a asentir. Hasta que se rindió y obedeció. Se acercó arrastrándose hasta el sofá. Se puso de pie, sentándose a horcajadas sobre mí.

Metí dos dedos en mi boca, los humedecí y los introduje en su ardiente entrada para dilatar. Él levantó la mirada hacia arriba y suspiró. Con mi mano acaricié todo el espacio desde su garganta hasta los pectorales.

Sus labios se juntaron con los míos, urgentes y desesperados por más.
Alcanzó un vaso de whisky que estaba medio lleno de la mesa del lado y lo derramó lentamente desde arriba entre ambos rostros.

Así el hilo de la bebida se mezclaba con nuestros besos.

Suspiré y lo penetré con rapidez. Sonrió ante la acción y se acomodó mejor sobre mí, enredó mi pelo entre sus dedos y acercó sus labios a mi oído.

—Házmelo sin delicadeza hoy. Lo necesito.

—Lo que pidas.

Apoyé mis piernas en el suelo y comencé a empujar hacia arriba con fuerza, apretando ambos lados de sus caderas, con repetidas estocadas profundas. Lo hice acostarse de espaldas en el sofá, embistiéndolo con más fuerza, sus manos tiraban de mi cabello, nuestros besos eran ardientes.

En cierto punto, me separé un poco de su cuerpo para tomar su erección al mismo tiempo que continuaba mis embestidas, vi una pequeña mancha de sangre. Pensé que era mía, pero al separarme un poco más, me di cuenta de que era suya.

—Amor —lo llamé, preocupado —.  Te he hecho daño. Deberíamos parar.

—Ni se te ocurra —dijo alarmado —. No cuando estoy a punto de correrme.

Suspiré y continué mis movimientos hasta que ambos cedimos ante el orgasmo.

—Creo que este sofá va a parar al tiradero después de hoy —le dije divertido.

—Me hiciste daño y te preocupas por el mueble de mierda este. Más te vale que pueda caminar bien.

—Solo hice lo que me pediste. Soy complaciente —y le besé en la mejilla.

We Found Our DestinyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora