—¿Y bien? —Zarpa Nevada danzó alrededor de Zarpa Azul, que caminó
cansada hacia la guarida de los aprendices.
Le dolían las patas por el viaje. Los guerreros habían corrido tan
rápido, sin tener en cuenta su tamaño, y ella había tenido que pasar por
encima de árboles caídos y a través de zanjas que ellos tomaron en una
zancada.
—¿Quién estaba allí?
—¡No lo sé! —la irritación erizó el pelaje de Zarpa Azul—. Muchos
gatos.
No quería admitir que había estado tan pegada a Flor de Luna que
apenas había mirado a los otros Clanes. Incluso cuando Manto de Piedra la
había presentado a un gato del Clan del Río, se le había trabado tanto la
lengua que pensar en ello ahora le hacía arder la piel de vergüenza. La
Asamblea había sido grande y ruidosa, atestada de olores extraños y un
parloteo y demasiados ojos que la estudiaban con curiosidad. Ni siquiera
recordaba el aspecto de los Cuatro Árboles; todo lo que había visto eran
gatos de todas las formas y colores que se amontonaban a su alrededor.
Había habido una roca enorme, incluso más grande que la Peña Alta,
donde los líderes se habían puesto de pie para dirigirse a los Clanes, pero
con los flancos peludos apretados a ambos lados de ella había sido casi
imposible escucharlos.
—¿Estrella de Pino mencionó el robo? ¿Cómo reaccionó el Clan del
Viento? —Zarpa Nevada se movió de arriba a abajo frente a ella.
Zarpa Azul la miraba fijamente, agotada. Solo quería acurrucarse en
su lecho y dormir.
—¡Sí, dijo algo, pero no sé cómo reaccionó el Clan del Viento porque
no sé quiénes eran los gatos del Clan del Viento! —espetó—. ¿Contenta?
Zarpa Nevada la miró, con los ojos oscurecidos por la preocupación.
—¿No lo disfrutaste?
Zarpa Azul suspiró.
—Hace dos días, era una cachorra. Podría seguir siendo una cachorra
si Estrella de Pino no hubiera decidido hacernos aprendizas de repente.
—Sintió una punzada en el corazón, como una voz molesta que no podía
escuchar del todo—. Todo parece suceder tan rápido. Ni siquiera sería
capaz de encontrar el camino de vuelta a los Cuatro Árboles a la luz del
día.
Se dio cuenta de que Zarpa Nevada la miraba con consternación.
Zarpa Azul sintió una punzada de culpa: había sido un honor que la
llevaran a la Asamblea, y no debería quejarse.
—Será mucho más divertido cuando tú también vengas —le dijo a
Zarpa Nevada—. Pregúntale a Manto de Gorrión si puedes venir la
próxima luna.
Sintiendo que sus ojos empezaban a cerrarse, Zarpa Azul pasó junto a
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La Profecía de Estrella Azul
FantasíaCompleta en Español ADVERTENCIA Este libro contiene mu3rt3s, g0r3 y vi0l3nc1a an1m4l Warrior Cats por: Erin Hunter Traducción: Clan Nocturno y Pichu06