CAPITULO 19

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Pelaje Azul siguió a Fauces de Víbora, Zarpa de Cardo y Manto de Tordo a

través de los árboles mientras regresaban al campamento tras una temprana

patrulla fronteriza. El suave sol de la hoja verde mojaba su pelaje, y una

abeja zumbó cerca de su oído mientras se abría paso entre un grupo de

helechos.

—Sería un día perfecto para estar echado en las Rocas Soleadas

—maulló Zarpa de Cardo con nostalgia.

Fauces de Víbora resopló.

—No puedo creer que Estrella de Pino no haya hecho nada para

recuperarlas de esos cara de pescado del Clan del Río.

—Debería haber lanzado un ataque en el momento en que movieron

las marcas de la frontera —Zarpa de Cardo bateó el aire en un simulacro

de embestida—. En lugar de eso, tenemos que ver a esos cara de pez

holgazanear en nuestro territorio.

—No necesitamos las presas de las Rocas Soleadas —señaló Manto

de Tordo—. Hay suficientes en el resto del bosque.

—¡Ese no es el punto! —Fauces de Víbora soltó—. Nos ha hecho

parecer débiles. El Clan de la Sombra será el siguiente en servirse de las

Rocas de las Serpientes.

Pelaje Azul agitó su cola.

—El Clan de la Sombra puede tener las Rocas de las Serpientes. Atrae

más víboras y zorros que presas.

Un gruñido bajo retumbó en la garganta de Fauces de Víbora.

—Derramar sangre por las Rocas Soleadas no tiene sentido

—argumentó Manto de Tordo—. Por lo que dicen los veteranos, ya ha

ocurrido suficientes veces en la historia de los Clanes. Es más fácil dejar

que las tengan. Tenemos suficientes presas.

—¡En la estación de la hoja verde! —Zarpa de Cardo se quejó—.

¿Pero y durante la estación sin hojas, cuando necesitamos cada paso de

territorio?

«Solo estás repitiendo lo que Fauces de Víbora te ha dicho». Pelaje

Azul entrecerró los ojos. El aprendiz con cerebro de ratón nunca pensaba

tan lejos por su cuenta.

—Si se convierte en algo por lo que vale la pena luchar, entonces

estoy segura de que Estrella de Pino luchará.

Zarpa de Cardo curvó el labio.

—¿Nuestro líder ha estado confiando en ti? —se burló.

—No necesita hacerlo —gruñó Pelaje Azul cuando llegaron a la cima

del barranco—. Tiene sentido. —Pasó por delante de Zarpa de Cardo y

bajó a toda velocidad por las rocas.

Patas de Leoparda estaba tomando el sol fuera de la maternidad. Su

vientre estaba tan hinchado de cachorros que parecía tan redonda como un

tejón.

—¿Suficientemente cálido? —preguntó Pelaje Azul al pasar.

La Profecía de Estrella AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora