CAPITULO 15

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Mientras Zarpa Azul se adentraba en la oscuridad, la tierra fría le

presionaba el costado. Podía oír patas de conejo que se movían por

delante. Ciega en la oscuridad, siguió su nariz, sintiendo los lados del túnel

con sus bigotes. El olor a conejo era tan fuerte que se le hizo agua la boca.

La atrajo, a pesar de que la madriguera descendía hacia la tierra oscura y

sin aire. «Tengo que atrapar a ese conejo». La pérdida de la ardilla aún le

remordía la conciencia. Apartó el miedo que crecía en su vientre.

—Deberíamos volver —susurró Zarpa Nevada detrás de ella—, antes

de que nos perdamos.

—No podemos perdernos —Zarpa Azul siseó—. Solo hay un túnel.

Siguió caminando, aliviada cuando la madriguera comenzó a subir y

los aromas frescos del bosque comenzaron a mezclarse una vez más con el

olor a humedad del conejo y la tierra. Podía saborear la piedra y el liquen y

el sabor agrio de los pinos. Estaban cerca de las Rocas de las Serpientes.

La luz del día se filtró en el túnel, y ella aceleró el paso. Una vez al aire

libre, el conejo podía dirigirse a cualquier lugar, y su olor sería difícil de

seguir en un clima tan ventoso. Zarpa Azul salió de la madriguera y se

detuvo a probar el aire mientras Zarpa Nevada salía detrás de ella.

—¿Puedes verlo? —susurró Zarpa Azul, concentrándose en los

sabores que bañaban su lengua.

Su pelaje se erizó. Podía oler al conejo. También podía oler sangre. Y

un olor a zorro.

—¡Clan Estelar ayúdanos! —El grito aterrorizado de Zarpa Nevada

sonó detrás de ella.

Al otro lado del pequeño claro frente a ellas, Zarpa Azul vio al zorro.

Estaba de pie con sus huesudos hombros cuadrados, el conejo colgaba

muerto en sus mandíbulas.

Una feroz ráfaga de viento sacudió los árboles y el bosque

relampagueó. Iluminó al zorro, proyectando su sombra contra la oscura

pared de las Rocas de las Serpientes. El trueno estalló. El zorro gruñó y

dejó caer el conejo, dirigiendo su mirada hambrienta hacia ellas.

—¡Corre! —el grito de Zarpa Nevada hizo que Zarpa Azul subiera

corriendo por la orilla, con el pelaje blanco de Zarpa Nevada brillando a

una cola de distancia.

No había manera de que Zarpa Azul dejara que el zorro los persiguiera

bajo tierra en su propio territorio. Se lanzaron a través de los árboles,

esquivando entre las zarzas y los helechos.

—¡Nos está siguiendo! —el maullido de Zarpa Nevada fue un gemido

aterrorizado.

Zarpa Azul podía oír al zorro tronando tras ellas, sus patas sacudían el

suelo. No se atrevió a mirar atrás. Podía oírlo deslizarse sobre las hojas, a

La Profecía de Estrella AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora