La suave punta de una cola acarició la mejilla de Pelaje Azul.
—Es hora de despertar. —El susurro de Corazón de Roble agitó el
pelaje de su oreja.
Pelaje Azul abrió los ojos y se estiró, las hojas de su lecho crujiendo
bajo ella. Todavía estaba oscuro en la hondonada, pero por encima de los
árboles el cielo se volvía lechoso con la luz del amanecer. Se incorporó,
con el corazón acelerado. Tenía que volver a casa.
Corazón de Roble la miraba, con sus ojos brillando como la Piedra
Lunar.
—No quiero dejarte.
—Pero tenemos que hacerlo —apretó su hocico contra el de él.
Caminaron hasta el borde del claro y se detuvieron, entrelazando sus
colas. Su tiempo juntos había terminado.
—Te buscaré en la orilla del río —prometió Corazón de Roble.
Pelaje Azul se apretó contra él.
—Yo también te buscaré —su voz salió como un susurro. Sabía que el
río siempre los dividiría.
—Puede que incluso suba a algunos árboles para seguir practicando
—bromeó.
—Sí —se sintió cansada por la tristeza.
¿Por qué estaba tan alegre? ¿No se daba cuenta de que nunca
volverían a estar juntos así? Lo miró a los ojos y supo que sí se daba
cuenta. Detrás del brillo reconoció un dolor tan crudo como el suyo.
—Adiós —susurró ella, y se dirigió hacia la ladera.
Miró hacia atrás una y otra vez hasta que el dolor de verle de pie bajo
los robles fue demasiado para soportarlo. Entonces fijó su mirada en el
frente y subió a la cima de la hondonada. Pero al llegar a la cima, sintió
que la mirada de Corazón de Roble seguía abrasando su pelaje. «¡Debo ser
tan fuerte como el fuego!».
El bosque estaba lleno de sombras, y le costó un poco adaptarse a la
oscuridad mientras sorteaba las zarzas y se colaba entre los helechos. Su
corazón se aceleró a medida que se acercaba al campamento; un
compañero de Clan podría estar vagando por el bosque. «No tan
temprano», se dijo a sí misma. Pero aún así se puso nerviosa con cada
susurro y cada olor que flotaba en el aire.
Se deslizó por el barranco, conteniendo la respiración mientras sus
patas lanzaban una lluvia de arena hacia abajo. Para su alivio, Fauces de
Víbora no aparecía por ninguna parte. La entrada del campamento estaba
sin vigilancia. Se escabulló hacia el interior y se dirigió directamente a la
guarida de los guerreros, mientras su mirada revoloteaba nerviosa por el
silencioso claro. La luz amarilla se extendía por el cielo, llegando a
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La Profecía de Estrella Azul
FantasíaCompleta en Español ADVERTENCIA Este libro contiene mu3rt3s, g0r3 y vi0l3nc1a an1m4l Warrior Cats por: Erin Hunter Traducción: Clan Nocturno y Pichu06