—¿No debería haber abierto ya los ojos?
—Calla, Brisa Veloz. Solo tiene un día de vida. Los abrirá cuando esté
lista.
Pequeña Azul sintió el roce de la lengua de su madre en su flanco y se
acurrucó más cerca del vientre caliente de Flor de Luna.
—Pequeña Nevada abrió los suyos esta mañana —le recordó Brisa
Veloz—. Y mis dos pequeños tenían los suyos abiertos casi desde el
momento en que nacieron —la cola de la gata removió su lecho—.
Pequeña Leoparda y Pequeño Centón son guerreros naturales.
Un suave ronroneo sonó desde una tercera reina.
—Oh, Brisa Veloz, todos sabemos que ningún cachorro puede
competir con los tuyos —se burló Amapola del Amanecer.
Una pequeña pata pinchó el costado de Pequeña Azul. «¡Pequeña
Nevada!». Pequeña Azul maulló con molestia y se acurrucó más cerca de
Flor de Luna.
—¡Vamos, Pequeña Azul! —le susurró Pequeña Nevada al oído—.
Hay tanto que ver y quiero salir fuera, pero Flor de Luna no me dejará
hasta que estés lista.
—Ella abrirá los ojos a su debido tiempo —reprendió Flor de Luna.
«Sí, a mi debido tiempo», coincidió Pequeña Azul.
* * *
Al despertar, Pequeña Azul pudo sentir el peso de su hermana
acostada sobre ella. El vientre de Flor de Luna subía y bajaba rítmicamente
junto a ellas. Brisa Veloz roncaba y Amapola del Amanecer respiraba con
dificultad.
Pequeña Azul oyó a Pequeña Leoparda y a Pequeño Centón charlando
afuera.
—¡Tú serás el ratón y yo seré el guerrero! —ordenaba Pequeño
Centón.
—¡Yo fui el ratón la última vez! —Pequeña Leoparda replicó.
—¡Mentira!
—¡Verdad!
Se produjo una refriega, puntuada por chillidos de desafío.
—¡Mira por dónde van! —vino el maullido cortante de un gato,
silenciándolos por un momento.
—De acuerdo, sé tú la guerrera —aceptó Pequeño Centón—. Pero
apuesto a que no puedes atraparme.
«¡Guerrera!».
Pequeña Azul se escabulló de su hermana. Una brisa de la hoja nueva
agitaba las paredes de zarzas y se colaba por los huecos: el mismo olor a
bosque fresco que su padre había traído en su pelaje cuando la visitó.
Ahuyentó el olor a musgo y leche y el cálido pelaje dormido. La emoción
hizo que le picaran las garras a Pequeña Azul. «¡Voy a ser una guerrera!».
Por primera vez, abrió los ojos, parpadeando contra los rayos de luz que
atravesaban el techo de zarzas. La maternidad era enorme. En la oscuridad,
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La Profecía de Estrella Azul
FantasiCompleta en Español ADVERTENCIA Este libro contiene mu3rt3s, g0r3 y vi0l3nc1a an1m4l Warrior Cats por: Erin Hunter Traducción: Clan Nocturno y Pichu06