CAPITULO 41

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—Despierten. —Pelaje Azul mantuvo su voz baja para no molestar a Ojo

Blanco, a Pequeña Musaraña o a Pequeño Veloz—. Vamos, Pequeña

Musgosa. Abre los ojos.

Sacudió suavemente a sus cachorros uno por uno y observó cómo se

estiraban, temblando, y abrían sus ojos somnolientos.

Pequeño Pedrizo bostezó.

—¿Ya amaneció?

—Todavía no —murmuró Pelaje Azul—. Así que tenemos que estar

callados. No queremos despertar a nadie.

—¿Qué pasa? —chilló la Pequeña Vaharina.

—Shh —Pelaje Azul miró con ansiedad el lecho de Ojo Blanco.

Pequeño Veloz se agitaba en su sueño. Envolvió su cola alrededor de

sus propios cachorros, tranquilizándolos hasta que Pequeño Veloz se quedó

quieto, y luego susurró:

—Vamos a jugar a un juego, pero tienen que estar muy, muy callados.

Pequeño Pedrizo estaba muy despierto ahora, parpadeando en la

oscuridad.

—¿Qué juego?

—Se llama Escape Secreto —Pelaje Azul hizo brillar sus ojos,

obligándose a parecer emocionada. Se sentía como si estuviera en un

sueño, y nada de lo que decía o hacía estaba sucediendo realmente.

Pequeña Vaharina saltó a sus patas.

—¿Cómo jugamos?

—Es una aventura —Pelaje Azul explicó—. Fingimos que el Clan de

la Sombra ha invadido el campamento. Tenemos que escapar sin que nos

vean, y encontrarnos con nuestros compañeros de Clan en las Rocas

Soleadas.

Pequeña Musgosa la miró con ojos redondos y ansiosos.

—¿Vamos a dejar el campamento?

Pequeño Pedrizo le dio un toque.

—¿Cómo vamos a llegar a las Rocas Soleadas sino, cerebro de ratón?

—Pero nunca hemos salido del campamento —se preocupó Pequeña

Musgosa—. Somos demasiado pequeños.

—Tengo hambre —Pequeña Vaharina se quejó.

Pelaje Azul luchó contra la frustración que le punzaba los nervios.

—Bueno —maulló suavemente—. Comamos primero, y luego

empezaremos el juego. Pequeña Musgosa, ya eres una cachorra grande y

fuerte. Estarás bien, lo prometo.

Les dio la leche que tenía, que era incluso menos de lo habitual

después de tantos días de hambre, y luego los sacó del lecho.

Pequeño Pedrizo rebotó hasta la entrada.

—¡No puedo creer que vayamos a salir del campamento! —maulló

emocionado.

—Shh —le recordó Pelaje Azul—. Si despertamos a alguien,

habremos perdido el juego.

La Profecía de Estrella AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora