Zarpa Azul se despertó con una sacudida. «¡La batalla!». Se levantó de un
salto y echó un vistazo a la guarida. Las paredes de helecho ondulaban y se
balanceaban con el viento como si fueran tiradas por patas invisibles.
Todavía no había amanecido, pero Zarpa de Leoparda y Zarpa de Centón
ya estaban sentados y lavándose.
Zarpa Nevada se estiró en su lecho, con los ojos brillando en la
penumbra.
—¿Qué pasa?
—Manto de Gorrión nos quiere en el claro —maulló Zarpa de
Leoparda.
El viento rugía sobre el campamento y cuando Zarpa Azul salió de la
guarida, una ráfaga llena de arena le golpeó la cara y la hizo estremecerse.
Los árboles que rodeaban el campamento se tensaban contra el aire
furioso, y las nubes se cernían sobre ellos tan oscuras y amenazantes como
cuervos. Manto de Piedra esperaba afuera de la guarida, con el pelaje
aplastado y los ojos semicerrados contra el remolino de hojas y polvo.
—No hace buen tiempo para una batalla.
—¡Compañeros de Clan! —la llamada de Estrella de Pino fue aguda.
Se paró en el centro del claro con Pluma de Ganso a su lado mientras sus
guerreros se arremolinaban a su alrededor, azotando sus colas.
El pelaje a lo largo del lomo de Fauces de Víbora estaba tan afilado
como las espinas de un erizo. Cola Moteada arrancaba puñados de tierra
mientras Manto de Gorrión y Cola de Tormenta se paseaban por el borde
del claro, con los músculos ondeando en sus anchos hombros. Bigotes
Plumosos iba de un gato a otro, dejando caer pequeñas ráfagas de hierbas
en las patas de cada uno. «Deben ser las hierbas fortalecedoras», supuso
Zarpa Azul.
Afuera de la maternidad, Flor de Luna estaba compartiendo lenguas
con Amapola del Amanecer. Se detuvieron cuando Pequeño Cardo y
Pequeño León salieron de las zarzas, esponjando sus pelajes y tratando de
parecer grandes. Amapola del Amanecer le dio a Flor de Luna un último
lametón entre las orejas antes de llevar a los dos cachorros, quejándose, de
vuelta a la maternidad. Los ojos de Flor de Luna brillaban amarillos
mientras cruzaba el claro. Con las orejas gachas y el pelaje alisado por el
viento, Zarpa Azul apenas reconoció a su madre. Enderezó la espalda y
levantó la barbilla, jurando ser lo más parecida a Flor de Luna que pudiera.
Bigotes Plumosos dejó caer unas cuantas hierbas en sus patas.
—Ya pareces una guerrera.
Zarpa Azul le miró sorprendida.
—¿Lo parezco?
Manto de Piedra entrecerró los ojos.
—No lo olvides, mantente lejos de las peleas.
Zarpa Nevada salió corriendo de la guarida de los aprendices.
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La Profecía de Estrella Azul
FantasiaCompleta en Español ADVERTENCIA Este libro contiene mu3rt3s, g0r3 y vi0l3nc1a an1m4l Warrior Cats por: Erin Hunter Traducción: Clan Nocturno y Pichu06