CAPITULO 10

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CAPITULO 10«¡Cagarrutas de ratón!».

Zarpa Azul se soltó de la corteza y se deslizó hacia atrás por el tronco

del árbol. La ardilla había sido demasiado rápida para ella y ya estaba

desapareciendo entre las ramas más altas, enviando ráfagas de nieve a la

patrulla de caza.

Caída del Sol se agachó.

—No te preocupes —le dijo—. Las ardillas siempre van a ser más

rápidas en la nieve espesa porque soporta su peso.

«¡Bueno, obviamente!». Zarpa Azul deseaba que Manto de Piedra

siguiera siendo su mentor. Nunca la había tratado como una cerebro de

ratón. Pero se había retirado a la guarida de los veteranos cuando su herida

de la batalla con el Clan del Viento no se curó bien, y ahora ella estaba

atrapada con Caída del Sol. Amapola del Amanecer seguía diciéndole que

era un honor tener como mentor al lugarteniente del Clan, pero Zarpa Azul

no estaba convencida de que fuera tan buen mentor.

«Si hubiera acechado mejor a esa ardilla la habría atrapado». Era el

único olfato de presa que habían tenido en toda la mañana, y ella lo había

dejado escapar. Mientras retrocedía en la nieve densamente amontonada

alrededor de las raíces del árbol, el maullido de Zarpa Nevada sonó en el

bosque amortiguado.

—¡Sé cómo podemos sacar a las presas de sus guaridas!

—¿Llamándolas? —Zarpa Azul maulló con sarcasmo. ¿Aún no había

aprendido su hermana a mantener la voz baja?

—¿Cómo? —Manto de Gorrión le hizo una seña a su aprendiza para

que se acercara, y Zarpa Nevada se deslizó como una liebre por la nieve

hasta llegar a su lado, dejando un rastro con su barriga en el suave polvo

blanco.

Zarpa de León saltó a la raíz junto a Zarpa Azul. Llevaba solo media

luna como aprendiz, pero ya era tan grande como ella y tenía la típica

arrogancia de una zarpa nueva. Había cazado dos ratones, nunca había

visto una batalla, y actuaba como si ser un aprendiz fuera lo mejor del

mundo. Zarpa Azul encorvó los hombros cuando se acomodó a su lado.

¿No podía sentarse junto a su mentor y dejarla en paz?

—Me pregunto cuál es su idea —maulló Zarpa de León.

—¿A quién le importa? —Zarpa Azul olfateó—. Probablemente ya ha

asustado a todas las presas de por aquí para que vuelvan a sus madrigueras.

—No seas gruñona —Zarpa de León la empujó suavemente—. Zarpa

Nevada tiene buenas ideas.

Zarpa Azul se frotó la nariz con una pata, tratando de calentarla.

—Tal vez piensa que si grita lo suficientemente fuerte, todos los

La Profecía de Estrella AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora