CAPITULO 18

36 1 0
                                    

—Bienvenida a la Boca Materna. —Estrella de Pino tocó el hombro de

Pelaje Azul con su cola antes de entrar en el túnel. Casi al mismo tiempo,

su pelaje marrón rojizo desapareció en las sombras.

Con una última mirada al cielo repleto de estrellas, Pelaje Azul lo

siguió. La oscuridad la engulló, presionando de forma tan densa que

contuvo la respiración y esperó a que la negrura la anegara como el agua.

Los pasos de las patas de Estrella de Pino rozaron el suelo cuando éste

empezó a adentrarse en la tierra, y ella caminó tras él con la sangre

rugiendo en sus oídos.

—¿Estrella de Pino? —jadeó.

El aire helado entró en sus pulmones. El sabor del agua, la piedra y la

tierra le bañó la lengua. ¿Dónde estaba? Su olor se perdió en la mezcla de

olores extraños. Aplastada por la oscuridad, el pánico le atravesó el manto.

Se lanzó hacia adelante, graznando cuando chocó con él y lo derribó.

—En nombre del Clan Estelar, ¿qué estás haciendo? —Estrella de

Pino se puso de pie, desenredándose de Pelaje Azul.

Acalorada por la vergüenza, se levantó de un salto, deseando poder

ver... algo.

—Me asusté.

Sintió su pelaje presionado contra el suyo.

—Ya casi llegamos —prometió él—. Caminaré a tu lado hasta que

haya más luz.

—¿Más luz? —Pelaje Azul miró hacia adelante con incredulidad.

¿Cómo podía haber luz allí abajo? Y, sin embargo, después de unos

cuantos pasos, sus ojos detectaron un brillo en el túnel por delante.

Mientras Estrella de Pino se alejaba, Pelaje Azul empezó a distinguir

los altos y suaves lados del túnel, que brillaban por la humedad. Y

entonces el túnel se abrió en una caverna que se arqueaba por encima de

Estrella de Pino, haciendo que el líder del Clan del Trueno pareciera muy

pequeño. Las vastas paredes curvas llegaban a un techo alto y allí, en la

cima, se abría un agujero hacia el cielo. Los olores del brezo y el viento

bajaban, y la luz de la luna entraba y bañaba la gran piedra que estaba en el

centro de la cueva. La piedra alcanzaba varias colas de distancia, brillando

como incontables gotas de rocío e iluminando la cueva como una estrella

capturada. Las patas de Pelaje Azul no se movían. Se quedó de pie y miró

fijamente, horriblemente consciente de la asfixiante negrura que se

interponía entre ella y la libertad, anhelando sentir el viento en su pelaje y

asustada por la idea de que el Clan Estelar compartía sueños en este lugar.

¿Estaban sus ancestros con ellos ahora, flotando invisiblemente a su

La Profecía de Estrella AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora