CAPITULO 20

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Todavía estaba oscuro cuando unos dolores punzantes despertaron a Pelaje

Azul, agarrando su estómago como garras. Se tambaleó hacia el arenero,

casi demasiado envuelta en el dolor para notar los pequeños maullidos que

venían de la maternidad. Pero cuando regresó, escuchó voces suaves que

murmuraban y calmaban los llantos. Por lo que parecía, Bigotes Plumosos

y Brisa Veloz seguían con Patas de Leoparda.

Una sombra se movía en el borde del claro. Zarpa de Rosal salía

sigilosamente de la guarida de los aprendices.

—¡Hey! —siseó Pelaje Azul.

Zarpa de Rosal se detuvo y se volvió, con los ojos brillando en la

oscuridad. Su pelaje estaba erizado, y parecía tan desgraciada como se

sentía Pelaje Azul.

—Tengo que ir al arenero —graznó.

—¿Mal del estómago? —preguntó Pelaje Azul.

Zarpa de Rosal asintió.

—Zarpa Dulce también.

Debía haber sido el ratón que habían compartido. Pelaje Azul se

arrastró de vuelta a su lecho y se instaló. El sueño llegó, pero con

dificultad. El dolor la perseguía en sus sueños.

—¡Quítate! —Pelaje Nevado la empujó—. ¡Me has estado pateando

toda la noche!

—Lo siento —gimió Pelaje Azul—. Dolor de estómago.

Pelaje Nevado se sentó y parpadeó con sueño.

—¿Voy a buscar a Pluma de Ganso?

Pelaje Azul negó con la cabeza. Su vientre estaba tan acalambrado y

dolorido que se encontró jadeando entre las palabras.

—Estará demasiado ocupado con los cachorros.

Pelaje Nevado bostezó y se acurrucó de nuevo en su lecho.

—Dime si cambias de opinión.

Pelaje Azul se quedó parpadeando en la oscuridad un rato más,

tratando de no inquietarse. Finalmente, la necesidad de usar el arenero de

nuevo fue demasiado para ella. Se arrastró fuera de la guarida y caminó

por el claro. El amanecer dibujaba una neblina lechosa sobre el horizonte

cuando empezaba a apartar el cielo nocturno. El aire era claro y frío,

refrescante, aunque hacía temblar a Pelaje Azul. Se detuvo junto a la

maternidad, con las orejas aguzadas. Un pequeño maullido se escuchó, y

luego otro. «¡Gracias al Clan Estelar!». Al menos dos cachorros habían

sobrevivido a la noche.

Sintiéndose débil, Pelaje Azul regresó del arenero, respirando con

dificultad mientras salía del túnel. ¿Era Zarpa de León el que se arrastraba

fuera del campamento a través de las aulagas? Era temprano para que un

aprendiz se dirigiera al bosque solo. Se dirigió tras él y se detuvo al llegar

a la barrera. El olor de Estrella de Pino estaba fresco en las ramas

La Profecía de Estrella AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora