CAPITULO 22

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—¡No se despierta! ¡No se despierta! —el maullido aterrorizado de

Amapola del Amanecer resonó en el campamento dormido.

Pelaje Azul salió disparada de su lecho. «¡Zarpa Dulce!». Sabía

instintivamente en el momento en que llegó al claro y vio los ojos

desorbitados de Amapola del Amanecer, que la aprendiza carey estaba

muerta.

—¡La he lamido y sacudido y no abre los ojos! —gritó angustiada la

reina.

Los gatos del Clan se apresuraron a salir de sus guaridas, parpadeando

a la luz del amanecer, cuando Pelaje Azul se abrió paso hasta la guarida de

los aprendices y se agachó junto al lecho de Zarpa Dulce. Apretó su hocico

contra el pelaje de su antigua compañera de guarida. La extraña quietud de

su cuerpo y la frialdad de su manto atravesaron el corazón de Pelaje Azul.

Ya había estado junto a una gata así, y ni todos los deseos del mundo

habían logrado que Flor de Luna volviera.

—Zarpa Dulce —susurró, sabiendo que la aprendiza no podía oírla—.

Zarpa Dulce. —La pena le nubló la mirada y apoyó la barbilla en el

costado de Zarpa Dulce.

Los helechos crujieron, y Bigotes Plumosos se deslizó dentro de la

guarida. Pelaje Azul levantó la cabeza y miró al aprendiz de curandero.

—Está muerta.

—Ahora estará con el Clan Estelar —murmuró Bigotes Plumosos.

Apretó el hocico contra la cabeza de Pelaje Azul, como si adivinara sus

pensamientos—. Flor de Luna cuidará de ella.

Ella parpadeó.

—Pero Zarpa Dulce no es una guerrera —dijo—. ¿Tiene permitido

unirse al Clan Estelar?

—Por supuesto —Bigotes Plumosos maulló—. Nació como una gata

de Clan. El Clan Estelar la acogerá.

«Pero nunca cazaremos juntas».

Bigotes Plumosos le dio un suave toque.

—Espera fuera, por favor —maulló.

Pelaje Azul se abrió paso entre los helechos y vio los ojos de su Clan

brillando en la penumbra.

Amapola del Amanecer la miró fijamente y habló con voz apagada.

—Está muerta, ¿verdad?

Zarpa de Rosal estaba sentada al lado de su madre. Se apretó más

contra Amapola del Amanecer mientras Pelaje Azul asentía. Garra de

Cardo se unió a ellas, arrastrando la cola.

—¿Puedo verla? —preguntó.

Amapola del Amanecer le tocó ligeramente la cabeza con la cola.

—Por supuesto, pequeño. Desea a tu hermana lo mejor en su viaje

hacia nuestros ancestros.

Mientras Garra de Cardo desaparecía en la guarida, Zarpa de Rosal

La Profecía de Estrella AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora