CAPITULO 25

29 1 0
                                    

—¡Rápido! ¡Llamen a Bigotes Plumosos! —jadeó Pelaje Azul.

Pluma de Ganso aún no se había retirado formalmente, pero cada vez

se reconocía más entre sus compañeros de Clan que Bigotes Plumosos

estaba a cargo de las tareas de curandero.

Al otro lado de la maternidad, Ala de Petirrojo levantó la cabeza con

sueño.

—¿Vienen los cachorros?

—¿Qué otra cosa podría ser? —espetó Garra de Cardo. El guerrero se

había pasado por la maternidad para visitar a su pareja cuando los dolores

de Pelaje Nevado habían comenzado repentinamente. Pelaje Azul se alegró

de haber estado allí también.

Ala de Petirrojo se puso de pie.

—Voy a buscarlo —ofreció. Salió de la guarida, resoplando. A media

luna de su parto, la pequeña y enérgica guerrera se había vuelto tan pesada

como un tejón.

Garra de Cardo arrancaba nerviosamente pedazos de suelo en el borde

del lecho de Pelaje Nevado mientras su pareja se retorcía entre los

helechos. Pelaje Azul lamió a Pelaje Nevado entre las orejas.

—Acabará pronto —prometió.

Intentó no pensar en el largo parto de Patas de Leoparda. O en la

muerte de sus dos cachorras antes de que llegaran a la luna de edad. Eso le

había parecido especialmente cruel, tan poco después de que Patas de

Leoparda hubiera perdido a su pareja ante la vida de un minino casero. «Al

menos Pequeño Tigre es fuerte y sano», se recordó Pelaje Azul. Ahora el

cachorro estaba saliendo del lecho de Patas de Leoparda, estirándose para

ver qué pasaba.

Patas de Leoparda le tiró de la cola.

—Eres tan entrometido como una ardilla —le dijo suavemente—.

¿Por qué no sales y ves si puedes encontrar a Zarpa de León?

—De acuerdo —Pequeño Tigre chirrió. Salió de la maternidad justo

cuando Bigotes Plumosos entró a empujones—. ¡Cuidado! ¡Pasando!

—gritó el cachorro mientras se deslizaba por debajo del vientre del

curandero.

—Ese cachorro se vuelve más mandón cada día —observó Bigotes

Plumosos, dejando caer un montón de hojas junto al lecho de Pelaje

Nevado—. Sé que es el único cachorro del Clan, pero me gustaría que

todos dejaran de consentirlo. Está empezando a actuar como un pequeño

líder.

Pelaje Azul agitó su cola.

—Los cachorros de Pelaje Nevado les darán a alguien más de quien

emocionarse.

—¿Cómo vas, pequeña? —Bigotes Plumosos se inclinó para olfatear

la cabeza de la reina blanca.

La Profecía de Estrella AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora