CAPITULO 44

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El Clan Estelar nunca se ha arrepentido de su elección. Las palabras de

Pelaje Nevado resonaron en los oídos de Estrella Azul. Habían pasado

muchas lunas desde su ceremonia de nombramiento. Estrella Azul había

guiado a su Clan a través de innumerables estaciones, buenas y malas.

Estaba sentada en la Peña Alta, dejando que la luz del sol de la hoja nueva

mojara su pelaje. La piedra debajo de ella se sentía fría, e incluso el sol

parecía incapaz de suavizar el frío bajo su pelaje. La estación sin hojas se

resistía a aflojar su dominio sobre el bosque, y las presas seguían siendo

escasas. Incluso Tormenta Blanca parecía huesudo bajo su grueso pelaje

mientras se estiraba junto a la parcela de ortigas. Corazón de León estaba

sentado junto a él, devorando una musaraña escuálida. Polvoroso, Arenisca

y Zarpa Gris jugaban a pelearse, persiguiéndose las colas entre sí y

empujándose unos a otros por el claro.

Cola Roja, el lugarteniente del Clan del Trueno, estaba sentado junto a

Estrella Azul.

—Apuesto a que a eso le llaman entrenamiento —maulló, moviendo

la cola hacia los aprendices.

Un cuarto aprendiz, Cuervo, estaba arrancando una hoja de su tallo,

concentrándose mucho. Pasó su garra alrededor del tallo cuidadosamente,

sin saber que Polvoroso se acercaba sigilosamente detrás de él.Polvoroso

se abalanzó, aterrizando limpiamente sobre la cola de Cuervo.

Sorprendido, el pequeño gato negro saltó en el aire. Estrella Azul sacudió

la cabeza. Cuervo había estado sido desde el día en que nació. Su madre

había tardado casi media luna en sacarlo de la maternidad. Estrella Azul

esperaba que, al haberle dado a Garra de Tigre como mentor, el joven gato

aprendiera a tener el valor del intrépido guerrero.

—¿Recuerdas tu primera luna de entrenamiento? —Cola Roja

preguntó.

Estrella Azul asintió, suspirando mientras los recuerdos le calentaban

el corazón. Ella había jugado así con Pelaje Nevado y Patas de Leoparda.

Ambas caminaban ahora con el Clan Estelar. Muchas caras conocidas se

habían ido: Cola de Tormenta, Brisa Veloz, Manto de Tordo, Amapola del

Amanecer, en un momento en que el Clan estaba más hambriento que

nunca. Incluso Garra de Cardo. El guerrero de pelo puntiagudo había

muerto unas pocas lunas atrás, persiguiendo unos invasores del Clan del

Río fuera del territorio. Había muerto como había vivido, con las garras

desenvainadas, hambriento de lucha, y sus compañeros de Clan lo habían

encontrado en un charco de sangre, como en el que Estrella Azul lo había

visto manchando la nieve tantas lunas atrás.

El Clan era más débil sin él, pero ella no lo extrañaba. No de la forma

La Profecía de Estrella AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora