CAPITULO 36

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«¡Me esperó!».

El corazón de Pelaje Azul se aceleró al ver la silueta de Corazón de

Roble a la luz de la luna. Estaba sentado mirando la Gran Roca, con los

ojos brillantes. Las hojas crujieron bajo las patas de Pelaje Azul cuando se

acercó a él, resonando en la hondonada.

Se dio la vuelta.

—¡Viniste!

Ahora podía oler su aroma. Abrió la boca, pero no se le ocurrió qué

decir.

—Pensé que tal vez no ibas a... —pareció quedarse sin palabras y la

miró fijamente.

Cuanta suavidad había en sus ojos.

—No podía escaparme —susurró ella.

—Pero lo hiciste.

—Sí.

Silencio.

«¿Esto es todo?». Pelaje Azul sintió que el pánico aumentaba en su

interior. No debería haber venido. Esto fue un gran error. Bajo sus patas, la

hierba brillaba con la escarcha. ¿Iban a estar allí como cerebros de ratón

buscando palabras hasta que sus patas se congelaran al suelo?

—Hace demasiado frío para estar de pie —Corazón de Roble se hizo

eco de lo que ella estaba pensando.

«Esto es ridículo». Puede que no supiera qué decirle al guerrero del

Clan del Río, pero sabía la mejor manera de calentarse. Pelaje Azul asintió

hacia el mayor de los árboles.

—¡Carrera hasta la cima de ese roble! —se alejó corriendo, y entonces

se dio cuenta de que Corazón de Roble no la seguía. Se detuvo en seco y lo

miró—. ¿Qué pasa?

Corazón de Roble estaba moviendo la punta de su cola.

—¡Los gatos del Clan del Río no trepan!

Pelaje Azul ronroneó.

—Eres un gato, ¿no? Por supuesto que escalas. Vamos, te mostraré. A

no ser que tengas miedo —añadió con picardía.

—¡De ninguna manera! —los ojos de Corazón de Roble se

iluminaron. Pasó junto a ella y se balanceó sobre una de las raíces que

salían de la tierra al pie del roble más cercano—. ¿Y ahora qué? —miró el

ancho y nudoso tronco.

—Observa —Pelaje Azul saltó con las garras extendidas y se agarró a

la corteza con las patas delanteras. Mantuvo sus garras traseras envainadas

para poder usar sus patas traseras para impulsarse—. Los árboles viejos

como éste son más fáciles —dijo por encima de su hombro—. La corteza

es gruesa y suave. Incluso un gato robusto como tú debería ser capaz de

subir con sus garras.

—¿A quién llamas robusto? —Corazón de Roble saltó tras ella.

La Profecía de Estrella AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora