Capítulo 2

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Martin

Sin entender exactamente que acaba de suceder voy hacia la green room. No sé si decepción es la palabra para describir lo que siento, porque no esperaba otra cosa. ¿O sí? La verdad es que no sé en qué mundo iba Juanjo a fijarse en mí de la forma en la que yo me fijo en él. Y eso puedo aceptarlo, aunque igualmente duele mucho.

Ahora no sé si él se va a distanciar de mí, o si le quitará importancia al beso, o si directamente fingirá que no ha sucedido nada. A lo mejor se ha enfadado conmigo. Tendría derecho, ni siquiera le he pedido permiso. Quizá debería pedirle perdón.

Con mil pensamientos en la cabeza entro en la green room y veo que él ya se ha sentado en los sofás, entre Rus y Denna. Mira en mi dirección en cuanto aparezco por la puerta y nuestras miradas se encuentran, pero aparta la vista rápidamente.

Me siento al lado de Kiki, incómodo. Esta semana ella ha sido mi pilar aquí, nos hemos acercado mucho y lo cierto es que me alegro de haber hecho una amiga cercana en la academia. En momentos como este, hace bastante falta.

—Kiks, tengo que contarte algo —le digo muy bajito.

Ella me mira, curiosa. Está guapísima.

—¿Bueno o no tan bueno?

—No tan bueno, de hecho —digo rascándome la nuca.

Ella hace una mueca triste y me da un apretón en la rodilla con la mano para darme ánimos.

—Bueno, no pienses en eso ahora. Centrémonos en la gala. —Asiento, tiene razón—. Y esta noche, charla de besties hasta que no podamos más del sueño.

Me río.

—Te tomo la palabra.

—¿Sobre qué? —pregunta una voz masculina que yo reconozco demasiado bien.

Juanjo se sienta a mi lado de forma casual, desenfadada. De una manera que a nadie le llamaría la atención, menos a mí. Porque yo sé lo que acaba de pasar entre nosotros, lo que acabo de hacer yo. Se ha cambiado de sitio para ponerse a mi lado. ¿Qué significa esto?

Le miro con mil preguntas en los ojos, pero él prácticamente no fija la vista en mí.

—Martin y yo vamos a pasar la noche en vela contándonos nuestras penas—le explica Chiara, orgullosa. Me encanta como habla Kiki, cómo le pone intención a todo lo que dice.

—Ja —se burla Juanjo, y me mira brevemente antes de volver a centrar sus ojos en ella—. Veremos cuánto os dura eso.

—Qué gruñón eres, me encanta —sonríe ella.

Sé que Kiki es uno de los puntos débiles de Juanjo, se nota en la ternura con la que la mira. Estoy seguro de que si pudiera la adoptaría.

Me recuesto en el sofá, como si estuviese relajado, cuando en el fondo estoy atacado. Mi cuerpo entero es consciente del chico que tengo al lado y de cada movimiento que hace.

De todas formas no se queda mucho rato, ya que le toca cantar con Cris. Lo hace impresionante, como siempre, y yo solo puedo quedarme mirándolo embobado. Cris lo hace genial, pero mi atención al completo se centra en Juanjo. Todo en él me atrae, su voz, sus miradas, sus gestos al cantar... Me empieza a doler la tripa de lo mucho que me hace sentir escucharle cantar.

Cuando nos toca a Paul y a mí consigo olvidarme un rato de todas mis cosas y meterme de lleno en la canción, que disfruto mucho. Es el primer número de baile que hago en OT, y me apasiona lo que siento cuando me muevo así en este escenario mientras el público se vuelve loco.

Paul y yo cruzamos la pasarela, así que supongo que al jurado también le ha gustado nuestro número.

Al llegar a la academia, los ánimos están un poco bajos. Han nominado a Omar contra Alex, ambos amigos míos, y sea quién sea el que se vaya sé que me dolerá mucho. Además, se ha ido Suzete. Esta noche, siento que es la primera vez que somos conscientes de que OT no va a ser todo color de rosas.

Juanjo se separa de nosotros y yo decido seguirlo como si fuese un perro. Me echa una ojeada y ve que voy detrás de él, pero sigue andando hasta entrar en la sala de Mamen. Se sienta en las butacas del fondo, y luego se recuesta quedando tumbado boca arriba. Yo acerco una silla y me siento a su lado, con mi cuerpo hacia el suyo. Dios, qué guapo es. Hoy le han vestido especialmente bien, y el maquillaje es sutil pero resalta sus rasgos a la perfección. Mis ojos se van a sus labios, que siempre me han despertado curiosidad, y solo puedo pensar que hace apenas unas horas los míos han estado sobre ellos. Juanjo se da cuenta de cómo lo estoy mirando y arquea una ceja.

—Hola. —Mi voz suena tímida, más ronca que de costumbre.

—Ey. —Me dedica una sonrisa rápida de cortesía, pero le sale forzada y lo noto. —Me ha gustado mucho cómo os ha quedado la actuación. Lo habéis petado. Estaba todo el público como loco.

Sonrío ante el cumplido.

—Jo, gracias. Tú también has estado increíble, dios. Ha sido... Bueno, solo mira lo que te ha dicho Vanesa Martín.

Juanjo se lleva las manos a la cabeza, como si no se creyese lo que ha pasado.

—Ha sido muy fuerte. Vanesa Martín ha hablado conmigo. Es que no me lo creo.

—Yo sí me lo creo. —Creo que lo estoy mirando demasiado. —Es que además te ha dicho cosas preciosas. Cuando te ha dicho que es imposible dejar de mirarte... —Juanjo, por primera vez en toda la conversación, fija sus ojos en mí. —Cuando te lo ha dicho le he dicho a Salma que estaba de acuerdo con ella. Yo no puedo mirar a nadie que no seas tú.

Durante un milisegundo veo que mi frase le ha afectado, una pequeña sonrisa en sus labios, antes de que su expresión vuelva a ser fría.

Juanjo

Yo no puedo mirar a nadie que no seas tú. La frase de Martin hace que mi corazón se desboque. Me esfuerzo muchísimo en que no se note, especialmente que no se perciba en cámara.

Me ha sorprendido, al igual que su beso de antes, del que aún no me he recuperado. Aunque la verdad es que me moría por que lo hiciera. De hecho, me muero por repetirlo yo ahora mismo. Pero no podemos, no cuando estamos rodeados de cámaras apuntando a cada movimiento que hacemos. No cuando mis padres aún no saben que me atraen los hombres y no tengo ni idea de qué pensarían si me viesen besando a Martin.

No sé qué siento por él, si será una simple atracción o si puede llegar a algo más. Nunca me ha gustado de verdad un tío. Ni ninguna persona, prácticamente. No creo que ahora sea la excepción, ni voy a permitir que lo sea, no cuando estamos tan expuestos.

De todas formas, su frase me da de lleno en el pecho y me hace ser consciente de que, independientemente de que Martin me ponga muchísimo, puede que yo para él signifique algo más fuerte que eso. Y aunque me muero por decirle que nos vayamos a las duchas ahora mismo y darle un beso en condiciones y todo lo que pueda suceder después, me contengo. Sé que no debo jugar a eso con él. He visto lo sensible que es, y sé que él no es la típica persona con líos esporádicos. Tiene pinta de ser de esos que juegan a todo o nada, y yo ahora mismo no quiero un todo con nadie. Martin no se merece que yo le haga daño.

Así que me levanto, le sonrío de forma superficial y le doy una colleja desenfadada.

—Me voy a dormir.

Antes de que pueda decirme nada, salgo de la terraza y me dirijo a la habitación sin mediar palabra con nadie. Me quito rápidamente la ropa de gala, me pongo el pijama y me meto en la cama. Ni siquiera me desmaquillo, sólo quiero dormir y no pensar.

Martin entra en la habitación un rato después junto a Chiara y Violeta. Chiara trepa a la cama de Violeta, que duerme en una litera encima de Salma, y las oigo hablar y reírse en voz baja.

Martin se dirige hacia su cama, que está al fondo de la habitación, y cuando pasa por delante de la mía se detiene. Me quedo quieto, fingiendo que duermo, pero de alguna manera sé que sabe que estoy despierto.

Mis ojos continúan cerrados mientras escucho sus pasos alejarse de mí.

Vamos directos al solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora