Juanjo
Mierda. Mierda. Mierda.
Me quedo quieto, procesando lo que acaba de pasar, y observando cómo Martin se aleja para coger el estropajo y limpiar la tabla. Le acabo de hablar mal por una puta tabla de cortar.
Y lo que más me revienta es ver cómo me hace caso. Como si yo tuviera derecho a darle órdenes.
He acabado estallando. Llevo dos días horribles, durmiendo poquísimo y pasando la mayor parte del día solo. La semana pasada tampoco tuve compañero, pero fue diferente, porque Martin tampoco lo tenía y estuvimos apoyándonos el uno al otro. Ahora, sin embargo, pasa todo el día con Chiara, y yo no me atrevo a decirles que necesito su ayuda, que estoy muy agobiado, que necesito salir a la calle. Que no me encuentro bien, que estos días estoy teniendo bastante ansiedad, que me da miedo cómo se puede estar recibiendo fuera, y que la actuación de esta semana no ayuda. El pase ha ido fatal, a pesar de lo muchísimo que he ensayado. Y ya no sé qué más hacer.
Naiara carraspea, y la miro. Su expresión no es despreocupada como siempre. Ahora parece dura, y me transmite un mensaje muy directo cuando niega con la cabeza, como diciendo: así no.
No hace falta que me lo diga para saber que acabo de meter la pata hasta el fondo. Me levanto inmediatamente y me acerco a Martin sintiendo mis mejillas arder. Creo que nunca había estado tan colorado.
Lo agarro del codo con suavidad, y cuando se gira hacia mí, cojo el estropajo que tiene en su mano y lo dejo en la encimera.
—Martin, yo...
Se sacude de mi agarre, rabioso y dolido. Agarra el estropajo estujándolo en su puño, da un par de pasadas más a la tabla, y ante mi mirada preocupada aclara la madera en el grifo y la deja de mala gana sobre la mesa. Después me mira, solo un segundo, y la forma en que lo hace me duele más que cualquier cosa que pueda decirme. Me observa como si yo fuera un caso perdido.
Contengo las lágrimas, porque no quiero que me vea llorar, y él se gira y se aleja, justo antes de que una de ellas se me escape y resbale por mi mejilla.
Pero no pienso dejarlo estar. Y voy tras él. Lo agarro de nuevo por el codo, con suavidad, la suficiente para que se aparte si lo necesita. Pero él se detiene y no se suelta. Tampoco me mira, demasiado alterado.
Estoy temblando. No quiero cargarme lo que tenemos, no por mi carácter. No pienso permitirlo.
Doy un pequeño tirón a su brazo, orientándolo hacia la sala de ensayos, y él se mueve hacia allá, cediendo y acompañándome.
Cierto la puerta de la clase de Mamen tras de mí.
—Martin, lo siento muchísimo —le digo, y la voz se me rompe de una forma que hace que su expresión se suavice, porque así es él, incapaz de ver a los demás sufrir—. Perdóname. Por favor. No tendría que haberte hablado así.
Me mira dubitativo, sin saber qué decir.
—No vuelvas a hacerlo —me pide, firme y dolido. Niego con la cabeza.
—Te lo juro. No... No sé qué me ha pasado. Estoy muy agobiado y lo he pagado contigo. No va a volver a pasar, créeme. Perdóname, yo...
Entonces hace algo que no esperaba. Se inclina sobre mí y me abraza, rodeando mi cuello, acercándome a su cuerpo. Me pego a él como si fuese mi salvavidas, dándome cuenta de lo mucho que he necesitado esto estos días y lo tonto que he sido por no pedírselo.
—¿Por qué estás agobiado, Juanjo? ¿Es por la canción?
Entierro la cara en el hueco de su cuello, aspirando su aroma y sintiéndome en casa.
![](https://img.wattpad.com/cover/361977084-288-k69838.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Vamos directos al sol
RomanceJuanjo Bona y Martin Urrutia son dos concursantes de Operación Triunfo 2023. Tantos días encerrados entre las cuatro paredes de la academia hacen que surja una atracción entre ambos que les resultará imposible disimular.