Martin
Volver a la academia es un alivio. Me ha encantado poder salir y ver a mi familia, y recargar así las pilas para afrontar las semanas que se vienen, pero me sentía raro fuera. Lo estuve hablando ayer con Juanjo cuando me llamó por la noche: ambos nos hemos sentido extraños al salir de aquí. Éramos muy conscientes de que teníamos que volver en breve, y eso no nos ha permitido relajarnos.
Además, estaba el miedo de enterarse de algo de fuera. A mi parecer, una de las mejores cosas que tiene OT es el aislamiento, el hecho de que nada de lo que se piense fuera pueda influirte o afectarte porque tú no eres consciente de ello. Al menos por mi parte, quería seguir manteniendo esa magia, esa incógnita, y me aterraba enterarme de algo que no debiese saber al salir. Así que he estado huyendo de cualquier dispositivo electrónico todo lo que he podido. Tampoco he salido prácticamente, solo la primera noche, a las tantas de la madrugada, a la playa con mis amigos. Nadie nos vio. Soy consciente del riesgo que suponía, pero tenía la necesidad de tocar el mar, de reconectar con esa parte de mí. Además, no creo que tanta gente esté viendo la edición, ¿no? Hubiese sido mucha casualidad que alguien me reconociera.
Bueeeeeno, vaaaaale. Lo admito. He estado viendo tiktoks. Bastantes, además. En mi defensa, diré que ha sido culpa de María, que me enseñó un edit de Juanjo y de mí, y juro que no fue mi intención coger su móvil después para ver cincuenta videos más. Me he quedado alucinando viendo todo lo que hay. Cada una de nuestras miradas, abrazos y momentos, filmados y recortados en videos preciosos con canciones románticas de fondo. Normal que los haya visto, jobar. A ver quién se hubiera resistido.
La gente es muy maja, la verdad. No me creo que hayan hecho todo eso para él y para mí.
Cuando llegamos a la academia, solo lo hacemos Álvaro, Salma y yo. Inicialmente, el lugar está muy vacío, y no se siente como volver a casa. Pero a medida que va llegando la gente, esa sensación de hogar vuelve invadiendo cada rincón.
Sin embargo, este lugar no es lo mismo sin Juanjo, no para mí. Mis ojos están clavados en la puerta roja constantemente, y pego un bote cada vez que hay un cierto movimiento en la misma, para después relajarme cuando veo que es otra persona.
Una vez Kiki y Rus ya han llegado, me siento algo más agusto, porque ya tengo a mis dos conmigo. Al menos la espera así se hace más breve.
Juro que pasa una eternidad hasta que la maldita puerta vuelve a abrirse. Yo ya he perdido toda esperanza, cuando de repente suena un grito.
—¡¡¡JUUUULAAAAAIT!!!
Bea y Juanjo entran de la mano, chillando, y yo ni siquiera soy consciente de cómo me levanto del sofá y salgo corriendo hacia ellos. Como si lo hubiera hecho por acto reflejo.
Juanjo me ve correr hacia él y abre los brazos mientras grita, emocionado por estar de vuelta. Me lanzo hacia él, y nos fundimos en un abrazo. Lo mucho que lo he echado de menos no es sano.
—¿Qué taaaal? —me pregunta sin separarse de mí, y juro que nunca lo he oído tan contento como ahora.
Ni siquiera le contesto. Solo lo estrecho con aún más fuerza entre mis brazos, refugiándome en los suyos, incapaz de hablar de la emoción. Aspiro su olor, que me ha acompañado estos días porque no me he quitado su sudadera en ningún momento (lo sé, vaya guarrería), pero estando él aquí me doy cuenta de que el aroma a él que se había quedado en la tela era insuficiente. Contengo como puedo mis ganas de besarlo, y estoy seguro de que él está igual que yo. Lo hemos hablado mucho estos días por teléfono, y parecíamos ambos igual de desesperados.
Su mano acaricia mi espalda, con cariño y con ansia al mismo tiempo, pero nuestro contacto no se prolonga mucho más, ya que todos los demás se acercan también para saludarlo. Juanjo se aparta finalmente, para poder abrazar al resto, pero cada dos por tres viene hacia mí y me rodea de nuevo con sus brazos, como si fuésemos dos imanes y nos atrayésemos constantemente.
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Vamos directos al sol
RomanceJuanjo Bona y Martin Urrutia son dos concursantes de Operación Triunfo 2023. Tantos días encerrados entre las cuatro paredes de la academia hacen que surja una atracción entre ambos que les resultará imposible disimular.