Martin
—Te juro por dios que un día voy a desenchufar ese puto altavoz —refunfuña Juanjo cuando nos despiertan con una canción estridente a todo volumen. Por dios, hasta a mí me va a acabar poniendo de mal humor esta costumbre que tienen.
Miro hacia arriba para encontrarme con sus ojos. Dormir sobre su pecho se está empezando a convertir en rutina, y la verdad es que no me quejo.
—Por las mañanas eres un encanto.
Juanjo baja la cabeza para rozar mi cuello con la punta de su nariz, para luego subir un poco y mordisquear el lóbulo de mi oreja, haciéndome estremecer.
—¿Has dicho que te encanto? —Su voz tiene un deje travieso que hace que un escalofrío me recorra la columna vertebral.
—Ya quisieras tú que yo dijera eso —le suelto, para picarle.
En sus ojos veo algo peligroso, pero aún así no estoy preparado para el momento en el que su mano, que estaba rodeando mi cintura, descienda con lentitud pero de forma decidida y sin pausa. Me quedo sin aliento cuando roza el elástico de mis pantalones. Me gusta dormir en ropa interior, pero desde que viene a mi cama me pongo pantalones. Al menos de momento.
Su dedo explora algo más abajo, introduciendo un poco dentro de mi pantalón y llegando al borde de mis calzoncillos.
—Juanjo... —le digo, con un tono de advertencia. Estamos rodeados de nuestros compañeros, que se están despertando por la canción, y aunque no nos estén prestando atención siguen estando en la misma habitación que nosotros.
Él sonríe con picardía e introduce más la mano.
—¿Quieres que la quite? —susurra, de forma que solo yo puedo oírle, y las puntas de sus dedos sobrepasan el limite de la tela y rozan mi vello. Me estremezco. No, no quiero que la quite.
No respondo a su pregunta, y esa es toda la respuesta que necesita para seguir avanzando hasta llegar a mi zona, provocándome un jadeo involuntario.
—Estás loco. —Mi voz se funde en un gemido que trato de disimular contra su hombro.
Él continúa acariciando, sin ser especialmente invasivo ni estimular demasiado, pero provocando todo tipo de sensaciones en mi interior. Las yemas de sus dedos rozan mi glande y los dedos de mis pies se retuercen mientras ahogo otro gemido contra su piel.
—Te encanta —me dice, sonriendo.
Asiento con la cabeza de forma descoordinada, sumido en el placer que me provocan sus caricias.
—Me encantas tú —corroboro como puedo.
Para mi disgusto, Juanjo saca la mano con lentitud. La detiene en mi pecho desnudo, trazando círculos con sus dedos alrededor de mi pezón.
—Te lo he dicho —me suelta, con tal cara de chulo que me dan ganas de pegarlo.
Refunfuño y aparto su mano.
—Eres un cabrón, ¿lo sabes?
Juanjo se ríe, esta vez sin maldad, y roza su nariz con la mía en un gesto tan dulce que me desmonta por completo.
—Te haces el duro, pero te tengo comiendo de la palma de mi mano —presume, el muy imbécil.
No le respondo, pero porque tiene razón.
***
Juanjo pasa un brazo alrededor de mis hombros, acercándome hacia él. Es uno de mis momentos favoritos de nuestra actuación. Su brazo queda colgando y yo le sujeto la mano, para darme cuenta de que él, lejos de apartarme, entrelaza sus dedos con los míos. Sin ningún tipo de discreción.
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Vamos directos al sol
RomansaJuanjo Bona y Martin Urrutia son dos concursantes de Operación Triunfo 2023. Tantos días encerrados entre las cuatro paredes de la academia hacen que surja una atracción entre ambos que les resultará imposible disimular.