Juanjo
Martin vuelve con Noe unos veinte minutos más tarde. Tiene otra cara, más despejada y relajada. El nudo que me oprimía el pecho se suelta un poco, pero no del todo. Mi atención al completo está puesta en él.
Nuestras miradas se encuentran. Él deja de caminar un momento. Yo intento de todas las formas posibles pedirle perdón sin palabras. Intento que entienda lo mal que me siento. Estoy seguro de que lo hace, es Martin. Es la persona más empática que he conocido. Efectivamente, él se encoge de hombros y me dedica una media sonrisa ladeada, como diciendo: No te preocupes, está todo bien. Lejos de aliviarme, me preocupo aún más, porque no le creo. No quiere que me raye, quiere que piense que él ya está bien para que no me sienta culpable. Así es Martin.
Le veo dirigirse hacia la cocina, directo a la mesa donde están los yogures. Me levanto sin pensarlo y me aproximó a él, casi con miedo. Cuando se da cuenta, se vuelve hacia mí. Sin comerme más la cabeza, borro la distancia entre nosotros rodeándole con mis brazos. Le estrecho contra mi pecho, agarrando con cuidado su cabeza para apoyarla en mi hombro. Martin duda, pero luego me devuelve el abrazo, aferrándose a mi cintura.
No nos hace falta decirnos nada. Tampoco sabría qué decirle.
Cuando nos separamos, mis ojos buscan los suyos.
—¿Estás bien? —le pregunto simplemente.
Él vuelve a encogerse de hombros, restándole importancia.
—Me he rayado con la canción, pero ya he hablado con Noe y estoy bien —me aclara.
Sé que dice la verdad en cuanto a que lo que le ha dicho a Noemí es solo eso. Pero también sé perfectamente que ese no es el único motivo por el que está mal.
—Martin, yo...
—Oye, no te preocupes por mí —me frena, buscando una cuchara en un cajón para el yogur de lima limón que acaba de abrirse—. Estoy bien.
Sus palabras me duelen. No me gusta el Martin que me miente, que se oculta de mí. Lo que siempre me ha encantado de él, entre otras muchas cosas, es lo auténtico que es. En todo momento sé que lo que me muestra es lo que siente. Ahora siento que se ha puesto una coraza, o más bien, que yo le he obligado a ponérsela.
En definitiva, lo he apartado de mí. Que era mi intención. ¿Entonces por qué duele tanto?
Martin ve mi expresión, y su rostro se ablanda un poco.
—Juanjo, eh. —Me pone una mano en el hombro—. Ya está. Lo entiendo. Es tu decisión. Siento haberte hablado mal.
Niego con la cabeza, agobiado de repente. No quiero que se rinda así, él no. Soy consciente de que estoy siendo terriblemente egoísta. Yo sí me he dado por vencido antes, y sin embargo pretendo que él siga ahí.
—Martin, no es eso.
Él me da la espalda mientras remueve su yogur, distraído. Como si nada de esto importase. Está siendo igual de frío que yo he sido con él antes. Lo que no sabe es que lo he hecho porque no quería que él supiese lo mucho que significa para mí. Quería apartarlo de verdad, cortar lo nuestro de raíz. Y ha salido tal y como yo quería, y ahora me he dado cuenta de que soy gilipollas.
—Estamos bien, tú y yo. Dejemos ya el tema. Nos ha tocado cantar juntos. Vamos a estar bien y ya está.
Su discurso es mecánico, como si lo hubiese planeado en su cabeza antes de decírmelo. Sin un ápice de emoción. Sin nada de lo que es él.
—Vale. —No sé qué más decir. Me resigno a esto. A que al menos parece que no me ha dejado de hablar.
El resto del día lo pasamos ensayando la canción. Tenemos clase con Manu y con Mamen, y cada uno nos ayuda a perfeccionar la entonación. El final aún no sabemos cómo hacerlo, pero Manu me dice que no me preocupe y que decidiríamos algo en estos próximos días. Confío un montón en él, así que no estoy preocupado.
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Vamos directos al sol
RomanceJuanjo Bona y Martin Urrutia son dos concursantes de Operación Triunfo 2023. Tantos días encerrados entre las cuatro paredes de la academia hacen que surja una atracción entre ambos que les resultará imposible disimular.