Capítulo 15

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Martin

Canto mi estrofa con su mano entre las mías. Estoy tan emocionado que por poco se me va la voz. El contacto de su piel contra la mía, la manera en la que nos miramos... Nunca me he sentido así con él, ni siquiera esta última semana, y eso que nos hemos besado y hemos dormido juntos. Pero lo que está sucediendo ahora... no sé cómo llamarlo.

Juanjo empieza su parte. No se la sabe bien, y veo que se pone nervioso y rompe nuestro contacto visual para mirar hacia todas partes, buscando una escapatoria. Yo aprieto su mano, sin dejar de contemplarle. Mírame. Mírame a mí.

Cantamos juntos hasta el final, y nuestras voces empastan tan bien que no me puedo creer que solo llevemos un día practicando. Y eso que aún no sabemos qué hacer al final, y algunas notas aún me bailan, pero cantar con Juanjo se siente como que todo está bien, en su sitio.

—¡Muy bien! Genial, chicos —exclama Abril, encantada. Luego se dirige hacia Juanjo—. Juanjo, genial, te veo mucho mejor instalado. Vamos a hacerlo de pie una vez, venga.

Juanjo se levanta, va hacia Abril y la abraza. A simple vista parece un gesto casual, pero veo que Abril lo estrecha con fuerza y que los brazos de Juanjo tiemblan un poco. Está pasando un mal rato. Me siento fatal por él. Me acerco y le pongo una mano en la espalda para mostrarme mi apoyo, y él se separa de Abril para ponerse en frente de mí.

Volvemos a cantar, y esta vez sí me mira todo el tiempo. De repente es como si nadie más estuviera. Solo nosotros. Creo que también por su parte, aunque él sea un poco más consciente que yo de que no estamos solos. Pero es imposible no ver la química que hay entre nosotros.

Me fijo en sus ojos, embobado. Dependiendo de la luz, a veces parecen más marrones y a veces tienen un tono más verde. En esta ocasión, son más oscuros, un color marrón precioso, que contrasta con su camiseta azul. Tiene el pelo un poco despeinado, como siempre, y yo me muero por enredar en él mis dedos. Luego está su pequeño lunar bajo el ojo, y sus labios carnosos y tan perfectos que parecen dibujados. Sí, definitivamente es el tío más guapo que he visto. Es altísimo, además. No es que yo sea de baja estatura, pero Juanjo me saca un cacho. No sé por qué pero eso me gusta.

Después de pegarle un pedazo de repaso sin disimular ni un poco, la canción termina y Juanjo se lanza a mis brazos sin pensarlo. Yo me sorprendo y me quedo quieto unos segundos, bloqueado, pero enseguida le abrazo con fuerza. Está temblando. No sé si de miedo o es algo más, pero me da igual. Voy a estar aquí con él, no pienso dejarle solo. No cuando está dando este paso tan importante hoy. Estoy muy orgulloso de él.

—Chicos, esto es precioso —nos dice Abril.

Le pide a Juanjo que me imite, que haga de mí, porque dice que él me mira desde un lugar que no pega con esta canción. Dice que, en este pase, ha sido como si él fuera el objeto de deseo, y que a partir de ahora tiene que mirarme a mí como si yo lo fuera.

—¿Hacer de Martin? —pregunta Juanjo, contrariado—. Pero eso es raro, no sé. No entiendo para qué.

Abril le pone una mano en el hombro.

—Amor, tu forma de querer no tiene nada de malo, pero en esta canción tienes que intentar mirar a Martin como si le quisieses tanto que te morirías sin él. Te digo que le imites porque Martin sí que te está mirando así.

Vaya, Abril, gracias por delatarme.

—Es que se me da bien actuar —digo rápidamente.

—Claro, por eso digo —me ayuda Abril. Me lanza una mirada de disculpa y yo pongo los ojos en blanco, pero me río un poquito—. Venga, vamos a empezar. Mira a Martin, Juanjo, y finge que eres él, y que él es tú. —Me sujeta las mejillas y me acerca la cara a Juanjo—. Vamos. ¿Qué te gusta de él? Mira qué carita más bonita.

Vamos directos al solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora