Capítulo 29

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Juanjo

Martin y yo no nos vemos prácticamente nada durante los siguientes días. El pobre no para de ensayar una y otra vez, y el esfuerzo da sus frutos. Álvaro y él mejoran por días.

He de admitir que el primer pase de micros fue algo catastrófico. En cuanto los profes terminaron de valorarlos y de tratar de animarlos, Martin vino directo hacia mí y se me tiró encima, abrazándome y buscando mi consuelo. Yo, por supuesto, lo rodeé entre mis brazos intentando transmitirle todo el apoyo que pude. Recuerdo que su corazón iba rapidísimo, y que su respiración sólo volvió a ser regular después de un buen rato en el que le acaricié la espalda y le susurré palabras de ánimo al oído.

Fue un momento duro para él, porque fallar en una canción en la que ya te sentías inseguro de por sí es lo peor que te puede pasar. Le dije una y mil veces que no entrara en bucle, que no se repitiese constantemente a sí mismo que lo iban a nominar, que quedaban muchos días y que lo iban a sacar adelante.

Sin embargo, el pase de ayer fue muchísimo mejor. Hubo algún fallo, sí, pero ostia, tienen la canción más complicada de la gala, de lejos. Como mucho, diría que la actuación de Rus, que va a hacer Slomo, también es chunga de cojones. Pero al menos es una canción que ella ha pedido, mientras que Dynamite les ha pillado de sorpresa tanto a Martin como a Álvaro.

En conclusión, han mejorado una barbaridad. Además, mi hermano tiene razón. Martin baila increíblemente bien. Se mueve con tanta naturalidad que parece hasta fácil, y no le tiembla la voz cuando lo hace. Es impresionante. Álvaro no es tan buen bailarín, pero gracias al curro de la semana ha conseguido sacar la coreografía adelante. Estoy muy orgulloso, de los dos, y se lo digo constantemente cada vez que los veo ensayando. Echo muchísimo de menos a Martin, sí, pero estamos concursando. Tiene que dar todo de sí y es lo que está haciendo, y no puedo hacer otra cosa más que admirarlo.

Hoy es Nochevieja. Parece mentira, ya que entramos en la academia a mediados de noviembre, y aquí dentro parece que no pasa el tiempo, pero lo hace.

No acabo el año con buen pie. Por la mañana comienzo a notar una sensación rara en el estómago. Al principio no le doy mayor importancia, pensando que será algo que me ha sentado mal. Sin embargo, pasa un rato y empiezo a encontrarme verdaderamente mal. Tengo náuseas y noto aire en la tripa haciendo presión, por lo que prácticamente no puedo moverme. Mi estómago se revuelve tanto que me mareo y comienzo a sudar.

Me voy al sofá y me tumbo, sin avisar a nadie porque lo último que quiero es preocupar a la gente. Sin embargo, Martin no tarda en venir hacia donde estoy, pendiente de mí como siempre.

—Eh —dice, y debo de tener una cara horrible, porque en cuanto me ve su expresión se llena de preocupación—. Juanjo... ¿estás bien?

Niego con la cabeza, porque creo que si hablo voy a vomitar. Hay gastroenteritis en la academia, y estoy seguro de que el nuevo soldado caído soy yo, y eso que nunca me pongo enfermo. Martin se sienta a mi lado, cogiéndome de la mano y apartándome el pelo de la frente húmeda. Sus cejas están fruncidas en una mueca preocupada.

—Martin, cariño, ¿todo bien por ahí? —pregunta la voz Noemí por el megáfono.

—Juanjo no se encuentra bien —responde él elevando la voz para que se le escuche y apretando mi mano con fuerza. Yo intento decirle que estoy bien, pero la realidad es que me encuentro fatal y no me apetece mentirle. Quiero que se quede conmigo y me cuide, como está haciendo ahora, inclinándose sobre mí y dándome besos suaves en la mejilla.

Vamos directos al solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora