Capítulo 5

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Juanjo

Joder, Martin.

Me giro en la cama, intentando buscar una postura cómoda que me permita dormir, pero creo que mi incapacidad para conciliar el sueño tiene más que ver con que mi cabeza va a mil revoluciones por minuto que con la posición de mi cuerpo.

No puedo dejar de pensar en él y en nuestra conversación. Y en lo que me ha hecho sentir. Que sí, que por un lado me ha cagado la hostia. Que yo hace tiempo ya que no busco un acercamiento con nadie en este plan. Que no busco cursiladas ni frases pastelonas. Que me gusta ser un lobo solitario en ese aspecto.

Pero por otro lado, me siento tan feliz ahora mismo que no sé describirlo. Por primera vez en mucho tiempo he sentido mariposas en el estómago. Por Martin. La última persona que me hubiera imaginado que me haría sentir así. Porque nos llevamos genial, pero es muy diferente a mí en muchos aspectos. Tenemos estilos de vida y maneras de afrontar las cosas completamente diferentes. Y sin embargo, lo que he sentido hoy con él no lo había sentido con nadie desde... Bueno, desde hace tiempo.

Lleva ya un par de semanas volviéndome loco con sus bailes, sus expresiones, su espontaneidad... Es la persona más atractiva que he conocido. Y parece que no es consciente de ello, o lo es en la justa medida para hacerme perder aun más la cabeza. Pero hasta hoy tenía claro que se limitaba a una atracción física. Eso es algo que puedo controlar, soy fuerte de mente y tengo fuerza de voluntad. Y tengo unos objetivos muy diferentes a buscarme un lío en este programa. Hoy, sin embargo, contemplo la posibilidad de que quizá estos últimos días haya podido sentir algo más. Un inicio de algo, únicamente, pero es un comienzo. Y me da miedo.

Doy más vueltas en la cama. Llevamos dos semanas y pico conviviendo, y si todo va bien serán tres meses. En este tiempo ya me ha costado contenerme con él en alguna ocasión. Va a ser un infierno. Y sin embargo, hay una parte de mí que no quiere controlar nada, que quiere dejarse fluir con él porque me hace sentir cómodo conmigo mismo y con mis sentimientos.

Decido hacer eso. Decido que por esta noche, voy a ser el Juanjo que se deja llevar, que no procesa absolutamente todo lo que dice y hace y simplemente obedece a sus impulsos.

Así que me levanto de la cama y voy hacia la de Martin, que está un poco más cerca de la puerta que la mía.

Martin está tirado en el colchón en una postura que casi me arranca una carcajada, si no tuviera el corazón a mil. Me agacho junto a él, sin saber qué hacer, pero entonces me mira y veo que está despierto.

—Hola —susurra, con una pequeña sonrisa, aunque en su expresión se refleja sorpresa.

—No consigo dormirme. —Me quedo mirándolo embobado. Bajo la tenue luz de la luna que entra por las ventanas, está más guapo que nunca. Empiezo a tener mucho calor, como cada vez que está cerca. Me recoloco el cuello de la camiseta para que me entre un poco de aire.

Martin se estira, y todos los músculos de sus brazos se marcan, llamando mi atención más de lo que deberían. La sábana se le baja hasta el estómago, dejando a la vista su pecho desnudo. Siempre duerme sin camiseta. No es que me haya fijado todos los días ni nada.

—Yo tampoco puedo. ¿Quieres que salgamos a la terraza?

Carraspeo.

—Preferiría quedarme aquí, que no hay cámaras —confieso—. ¿Te importa si me tumbo contigo?

Él me mira descolocado, pero en seguida se hace a un lado para dejarme hueco. Me observa atentamente mientras yo me echo a su lado, todo lo lejos de él que me es posible. Nos quedamos boca arriba, mirando el techo.

Vamos directos al solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora