Capítulo 55

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Juanjo

Estoy reventado.

Naiara y yo hemos tenido que pasar la canción mil veces hasta que nos han dejado volver de plató. Normalmente, los domingos suelo tardar poco en los ensayos de gala y llego pronto a la academia, y si Martin también está descansamos el resto de la tarde los dos juntos.

Pero hoy ha sido diferente. La base de La cigarra es rara de cojones, y eso que la hemos cambiado un poco para poder pillar bien los tiempos de la canción. A Naira aún le cuesta, pero la ayudó marcando el ritmo con la mano.

Lo hemos pasado regular esta semana. Pero menos mal que ha sido con ella. Llevamos juntos desde el principio y siento que con otra persona este reto me hubiera quedado muy grande, pero nosotros dos nos hemos sabido levantar el uno al otro y lo hemos peleado hasta que lo hemos conseguido.

Martin me preguntó ayer en la sala de Abril si creía que le iban a nominar. Le dije que no. Porque no quiero asustarlo. Pero la verdad es que no sé. Quedamos muy pocos y no me siento seguro del todo con esta canción. Y me jode una barbaridad porque creo que aún puedo dar mucho de mí, me lo he currado un montón y quiero llegar a la final.

Pero, sobre todo, y aunque mi yo de hace un par de meses se escandalizase sie escuchara decir esto, me jode por Martin. No puedo dejarlo solo. Lo pienso y se me viene el mundo encima. Y con lo sensible que es, lo pasaría fatal. No, simplemente no puedo apartarme de él. No dejaré que lo hagan. Voy a afinar como un condenado por él. Aunque me deje la garganta.

Estos días le he estado dando mil vueltas a eso. A la posibilidad de que uno de los dos se caiga antes de la final. Yo a él no se lo digo, siempre le prometo que vamos a llegar juntos, pero la realidad es que no puedo estar seguro. Cada vez se complica más la cosa y hay mayor incertidumbre, y un mal paso puede dejarnos fuera a cualquiera de los dos. Cualquier desafine. Un catarro que nos inflame un poco la garganta.

—Eh, maño, ¿estás bien? —me pregunta Naiara mientras subimos las escaleras para regresar a la academia.

Me muero por entrar. Sé que Martin volvió de plató hace un rato, y ahora me ha entrado la morriña y necesito verlo. Necesito su apoyo.

Asiento para no preocupar a mi amiga. Sólo nos falta que le diga que creo que es posible que nos nominen para terminar con los pocos ánimos que nos quedan.

—Sí. Estoy cansado sólo. —No miento.

Naiara sonríe un poquito, suspirando.

—No pienso levantar el culo del sofá en todo lo que queda de día.

—Ni yo.

Empujo la puerta roja para pasar. Nos colocamos los micros en silencio, yo ya mirando hacia el pasillo para buscarlo a él. Desde aquí se ve la cocina, pero no parece encontrarse allí.

Naiara y yo atravesamos el pasillo. Tampoco está en la terraza. Mi amiga sonríe al verme mirando en todas direcciones, probablemente adivinando lo qué busco. O a quién.

—Ahí está tu agaporni —me dice aguantando la risa, señalando hacia el sofá con la cabeza en cuanto llegamos a la sala de estar.

Efectivamente, ahí está, tumbado y con los ojitos cerrados. Está agotado también.  Él encima tiene baile esta semana, y eso, aunque le encanta, le drena todas las energías.

Por las noches ni siquiera somos capaces de mantener una conversación. Nos metemos en la cama, nos abrazamos y nos vence el sueño en cuanto nuestra cabeza toca la almohada. Estamos reventados y el paso de las semanas cada vez se nota más. Me encanta estar aquí, pero al mismo tiempo no veo el momento de salir por fin. De descansar.

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⏰ Última actualización: Oct 27 ⏰

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