Capítulo 27.

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Doy un paso hacia atrás al salir al pasillo y encontrarme con la sala llena de globos rosa y flores por todos lados. El tipo de flores que Carlos me ha estado regalando estos meses desde que lo encontré en la puerta de mi habitación con una ramo de nubes. Ahora ha agregado rosas blancas y rosas, también hay peonias y puedo distinguir un ramo gigante de rosas inglesas en un mueble a un lado de la puerta principal.

Con una sonrisa me dirigo a la cocina, de donde provienen voces. Al entrar me encuentro a mi abuela y a Carlos decorando un pastel.

Al sentir mi parecencia, Carlos levanta la mirada hacia mí y deja la crema batida sobre la mesa para venir hacia mí y darme un abrazo. Yo lo recibo gustosa, pasando mis manos por su espalda y recargo la mejilla en su pecho. Me encanta tenerlo así, tan cerca de mí.

—Feliz cumpleaños, preciosa.

—Gracias.—Le doy un beso en los labios—Ya soy un año más vieja.

—Y un año más perfecta.

Me río y me separo de él. Mi abuela también viene a abrazarme, y luego de susurrar un "feliz día" sale de la cocina.

—Olvidé las velas. ¡Ahora vuelvo, queridos!

—¿Me cocinaste un pastel?

Paso el dedo por encima de la crema batida que tiene el pastel de fresas y luego me lo llevo a los labios. Sabe deliciosa, podría comer y comer y nunca me cansaría.

Mi boca rápidamente empieza a salivar al ver las fresas cortadas sobre el postre.

—Sí, tu abuela me ayudó. ¿Te gusta?

—Sí. Se ve delicioso.

Intento tomar una de las fresas, casi puedo saborearla, sin embargo, Carlos me lo impide.

—¡Oye! ¡Espera! ¡Aún no apagas las velas.

Abro la boca, indignada. No puedo evitar mirarlo de mala manera. ¿Cómo le digo que probablemente acaba de impedir que su hijo pruebe el delicioso pastel qué nos preparó?

—Te preparé esto.

Lo veo sacar del refrigerador un plato de fruta picada, y sí, también incluye las fresas que tanto deseaba.

—También hay huevos, tocino, avena, y un delicioso jugo verde.

—Con la fruta basta. Gracias.

Tomo el plato que me ofrece y me siento en la barra de la cocina a degustar al fin las fresas. Mi paladar quiere gritar de alegría al sentir su sabor agridulce, al fin.

Carlos se mueve por la cocina, pero yo no le presto atención porque estoy tan ocupada comiendo que no lo noto hasta que pone un plato de huevos con tocino frente a mí, y un bol de avena con lo que parece ser ¿leche?

—Tu abuela dijo que te tenías que alimentar bien.—Comenta mientras toma asiento a mi lado.—¿No has comido como se debe mientras no estuve?

—¿Qué? ¡No! O sea, sí he comido bien. Pero...—no sé como decirle que el jugo verde qué me preparó no me apetece tanto.—Carlos...

Miro el vaso con esa cosa verde, y luego veo a Carlos. Está esperando a que continúe. Para preparar un poco el ambiente, tomo un pinchazo de huevos con el tenedor y lo llevo a su boca, pienso que la abrirá para recibir mi ofrenda de paz, pero en su lugar arruga la nariz y se lleva la mano a los labios.

—¿Qué pasa?

—Huele... Los huevos. No te los comas, creo que no sirven.

Abro la boca para responder, pero no me da tiempo porque se incorpora y sale corriendo de la cocina.

Temporada Inesperada. (Carlos Sainz Jr Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora