18 "Una tarde juntas"

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Esther

Estoy demasiado feliz, despedirme de Emma besándola, es algo adictivo y más cuando veo esa sonrisa que refleja demasiado. El miedo lo hice a un lado y me atreví a hacer algo que realmente deseaba, no tengo idea como resulten las cosas, solo quiero tenerla a ella a mi lado.

Ese ligero roce de nuestros labios provocó un incendio en mi interior que solo anhelaba sentir sus besos solo para mí, al inicio delicado que solo aviva esa llama y se fue expandiendo por todo mi cuerpo, solo quería sentir su boca en ese beso provocativo que comenzó a darme, hasta que su lengua encontró la mía y es como si una corriente recorriera nuestros cuerpos.

Algo se apoderó de mí, es como la libertad que necesitaba probar, Dios ella es mi perdición, la tentación que estoy dispuesta a vivir en pecado solo por probar más de ese pedazo de cielo, porque ella despertó esa pasión y amor que nunca en mi vida había experimentado.

Llevo una enorme sonrisa todo el camino, cuando entro a mi casa debo disimularla, porque no quiero un interrogatorio de parte de mi madre, además de que es un tema que no quiero y no deseo tener con ella.

<<Que es una mujer y no un hombre quien me ha hecho completamente feliz.
Que hace que mi corazón palpite como loco.
Que comencé a replantearme muchas cosas en mi vida, y más mi futuro, ese que entra en conflicto, por todo lo que está planeado de cómo debe de ser mi vida.>>

-Solo voy a darme una ducha rápida y nos vamos -le digo a mi madre sin esperar respuesta al subir las escaleras.

Entrando al baño me desnudé y me metí a la regadera, bañándome con agua fría, porque aún siento el calor de su piel junto a la mía, donde voy jabonando siento sus caricias y besos, soltando varios suspiros de solo pensar en lo que pudo haber sucedido.

Salí de la ducha secándome con la toalla y me vestí rápido para bajar, veo que mi mamá está haciendo unas anotaciones en la mesa, me quedo esperando en la sala por ella.

Me muerdo el labio inferior de solo recordar que me propase con ella y bese sus pechos, << ¡no puede ser!>>, realmente los besé, disfruté su aroma embriagante, toda su piel huele delicioso, solo que en su cuello es más intenso, bueno no, realmente es en sus senos el aroma que me gusta de Emma, y el sabor en ellos, Dios mío, es tan embriagante que se puede considerar un pecado.

-Esther, deja de estar en tu mundo y vámonos que se nos hace tarde -mi madre me saca de mis pensamientos.

Asentí aún con mi mente en Emma, mi piel está ardiendo, mi entrepierna palpitando, mis mejillas acaloradas, necesito otro baño con agua fría, solo que ya no tengo tiempo y salí detrás de ella para subirnos al auto, con rumbo al centro comercial y comprar lo que necesita para su reunión de más tarde.

Ayudé a preparar unos bocadillos con los ingredientes que fuimos a comprar, los lleva a la reunión con unas señoras de la iglesia, librándome de ese compromiso de asistir, dándome la oportunidad de quedarme sola, esa soledad que a veces amo porque me ayuda a ordenar mis ideas, pero ahora me ayuda para pensar en Emma.

Una de las tantas cosas que me ayuda a calmar mis ideas es escribiendo, nunca nada en concreto, solo escribir lo que venga a mi mente, así que decidí subir a mi habitación cerré la puerta de mi habitación con seguro y busqué mi laptop para hacerlo, veo la pantalla y dejo mis dedos desplazarse sobre el teclado, las palabras de todo lo que estoy sintiendo van fluyendo.

Todo lo que silencio, lo puedo expresar aquí, sin miedo a ser juzgada, a que me tachen de ilusionista, loca o pecadora, es como desahogar parte de mi alma en letras, tal vez no cobran sentido como esos libros que leo, pero está ayudando, y me doy un golpe mental de no haberlo realizado desde el día que Emma volvió a mi vida.

Prohibido amarnosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora