Esther
Años después...
Estoy esperando que mi padre le dé la bendición a los pequeños para llevarlos al salón e impartirles clases, hoy como cada domingo soy muy feliz de enseñarles, además les tengo chocolates para finalizar las clases, siempre les doy algún dulce, postre o algo que en su mayoría les guste, me gusta consentirlos.
Muchos padres me han comentado que tengo un don para tenerlos controlados y que se porten muy bien conmigo los niños, sin embargo, a veces pienso que es por las golosinas que les regalo al finalizar las clases, cosa normal en los pequeños de entre cinco y ocho años.
Soy hija única, mis padres son pastores. Razón por la que me he dedicado a aprender las enseñanzas bíblicas en mis tiempos libres. Contadora de profesión, mi pasión, por lo que soy muy buena en mi trabajo y por lo que mis padres están demasiado orgullosos de mí.
Al finalizar el servicio dominical, normalmente tenemos una comida con otros miembros de la congregación, motivo por el cual están todos organizando las mesas y colocando los alimentos que trajeron para compartir con todos los miembros de la iglesia, lamentablemente el día de hoy me ausentaré, tengo que ir a buscar un regalo para mi suegra, mañana cumpleaños, y no le he comprado algo.
-Hija -me llama mi padre.
-Dime papi -me giro y camino a él.
-Vamos a comer, te estamos esperando para hacer la oración -me dice en tono autoritario.
Suspiro porque se que no le va a gustar mi negativa, un hormigueo se siente en mis manos, mi corazón se acelera, por el nerviosismo que comienza a invadirme.
-Me van a tener que disculpar, voy a comprar el regalo de mi suegra, mañana cumple años -finalmente hablo un tono bajo pero audible.
-¿No podrá ser después de la comida? -frunce su ceño.
-Lo siento papi, pero necesito irme ya, porque es tarde, hay mucho tráfico, mañana obviamente no puedo ir saliendo del trabajo, y si me sigo demorando puede que me retrase más en encontrar algo -sostengo firmemente el asa de mi bolsa, para controlar mis nervios.
-Bueno hija, ya que debes buscar el regalo de Regina, ya no insisto más hija, ve con Dios -relaja su expresión y me da su bendición.
Salí de la iglesia casi corriendo, despidiéndome de unos cuantos miembros a mi paso, y disculpándome por no quedarme, lo bueno que mi novio está ocupado y no intentó retenerme, si le hubiera dicho que tenía que ir por el regalo de su madre, me hubiera pedido que me quedara a comer y de ahí fuéramos juntos a comprarle algo.
Camino hasta mi coche que está estacionado a las afueras de la iglesia, me subo, dejo mis pertenencias en el asiento del copiloto, lo enciendo y comienzo a manejar rumbo a la plaza comercial, donde tengo planeado comprar. El tráfico está algo pesado, por lo que me toma una hora llegar hasta allá.
Al estacionarme, tomé mis cosas y bajé alisando mi vestido para acomodar la parte trasera que se levantaba. Ingreso por uno de los accesos donde comenzaré mi búsqueda, no tengo una idea concreta de lo que le quiero regalar, solo que debo buscar algo del agrado de mi suegra, por esto creo que tardare en conseguir algo.
Voy caminando, entrando en cada local buscando el regalo perfecto para mi suegra, pero aún no encuentro algo que me agrade darle. Ya tengo aproximadamente dos horas recorriendo el lugar buscando, comienzo a frustrarme, además de que tengo hambre, por lo que decido ir al área de comida para comer algo.
Estoy viendo las opciones que hay, me decido por comprar unos tacos al pastor, se ven deliciosos los del local que me he decidido. Estoy esperando en la fila, viendo las familias que están comiendo en las mesas, cuando una niña pequeña choca conmigo, haciéndome dar unos pasos hacia atrás y sostenerla por instinto.
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Prohibido amarnos
RomanceTodo el caos en la vida de Esther, comenzó un domingo cualquiera, cuando iba de compras a una plaza comercial de la ciudad de Puebla. A partir de ese día su vida haría catarsis por ese encuentro tan casual. Nunca se imaginó que comenzaría a cuestion...