24 "Anécdotas"

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Emma

Una semana ha pasado desde que hice el amor con Esther, y desde ese día no la he mirado, solo nos hemos comunicado por llamadas y mensajes, para saber de nuestro día a día, igual me envía fotos y por supuesto que me encanta porque son de ella.

Ya la extraño demasiado, más poder besarla y sentir su perfume embriagante, es que ella simplemente captura toda mi atención. Por esa razón, al recibir su invitación para salir hoy desde temprano, la acepté inmediatamente.

Estoy agarrando mis pertenencias para bajar y encontrarme con Esther, quien viene por mí, cierro la puerta de mi departamento y bajo lo más rápido que puedo.

Llegando al estacionamiento, me encuentro con una maravillosa vista, ella esta recargada sobre el capo de su auto con sus brazos cruzados, una ráfaga de aire alborota un poco su cabello y la parte baja de su vestido, me detengo para admirarla.

<< ¿Quién en su sano juicio no lo haría?>>

Nuestras miradas se encuentran y es cuando reanudo mi camino, al llegar a donde ella está, se separa de su auto y abre sus brazos para recibirme entre ellos. Me dejo invadir por esa emoción, fundiéndome entre sus brazos, enrollando mis brazos a su cintura y enterrando mi nariz en la curvatura de su cuello, para absorber todo su perfume.

Me separo y le planto un beso en esos labios divinos que me hacen tocar el cielo, extrañaba demasiado esta sensación de paz junto a ella, sus manos se enredan en mi cuello y cabello para profundizar más nuestro beso, la falta de aire nos hace separarnos, solo lo suficiente para contemplar su rostro.

-Hola, mi amor -me da un casto beso.

-Hola, corderito -respondo sobre sus labios.

-No tienes la idea de lo mucho que te extrañé y más poder besar tus labios -acaricia mis mejilla y planta otro beso en mis labios.

-Yo igual te extrañé mucho -acaricio mi nariz con la suya.

Intercambiamos más besos y caricias antes de poder separarnos, cuando lo hacemos subimos al auto, enciendo el motor, antes de comenzar a manejar, vinculo mi celular para que escuchemos música en lo que llegamos a nuestro destino.

-¿A dónde vamos? -le pregunto al comenzar a salir del estacionamiento.

-Me dijeron de una cafetería, y que los desayunos están deliciosos -me dice al buscar en su celular.

Manejo un poco despacio, esperando que me dé la dirección del lugar al que quiere ir. Me da el nombre del lugar y dirección, por supuesto que no tengo idea de como llegar, soy pésima en ubicarme.

Le doy mi celular para que ponga la dirección del lugar. Iba a decirle algo, pero mi celular comenzó a sonar, ella lo gira y veo quien habla, así que me orillo para contestar.

-¿Todo bien mamá? -le pregunto preocupada.

-Sí todo bien, hija, ven a la casa a desayunar, me imagino que no has comido algo -suena preocupada.

-Comí un poco, pero ahora voy a desayunar con Esther.

-Ven con ella, hay suficiente para las cuatro, tu papá se fue a la oficina temprano.

-Tendré que preguntarle si quiere ir a la casa, mami -me giro para ver a Esther, quien está atenta, me sonríe y asiente.

-Ya pregúntale -mi mamá suena desesperada por la respuesta.

-No es necesario, me dijo que sí, ya vamos para allá, besos -me despido y cuelgo.

-Tu suegra estaba muy insistente -le digo a Esther al momento de darle nuevamente mi celular, sus ojos brillan y se muerde el labio inferior.

Prohibido amarnosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora