Todo el caos en la vida de Esther, comenzó un domingo cualquiera, cuando iba de compras a una plaza comercial de la ciudad de Puebla.
A partir de ese día su vida haría catarsis por ese encuentro tan casual.
Nunca se imaginó que comenzaría a cuestion...
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Esther
Desperté sobresaltada por el sonido de mi celular, lo apago, doy varias vueltas, pero muy a mi pesar, me levanté para darme un baño, donde tardé un poco más de lo habitual, para despabilarme, me arreglé rápido, y bajé para tomar mi desayuno.
-Buenos días -saludé a mis padres.
-Buenos días, hija, espero que hayas descansado bien -comentó mi padre tomando de su café.
-Muy bien, solo quería seguir durmiendo, no se puede ya que tengo responsabilidades -le digo conteniendo un bostezo.
-Aquí tienen -mamá coloca un plato con el desayuno, enfrente de papá y de mí.
-Gracias mamá.
Solo me levanté por una taza para servirme café, sin agregarle nada.
-Vamos a bendecir los alimentos -dijo mi padre cuando regresé a sentarme a la mesa.
Hicimos la oración, finalizando nos dispusimos a desayunar, me fijé en la hora, tuve que apresurarme, el tiempo me apremiaba, ya debo salir rumbo al trabajo, solo subo a mi habitación para cepillarme, colocarme el labial, agarrar mis pertenencias, me despido de mis padres y salgo de casa.
Manejé hasta la oficina donde trabajo, es un consorcio contable, para muchos es aburrido mi trabajo, ya que implica muchos números y leyes, sin embargo, a mí me encanta mi trabajo. De pequeña soñaba trabajar en una empresa transnacional, para viajar por el mundo. La empresa en la que laboro es nacional y no tengo que viajar, solo contadas las veces que lo he tenido que hacer. Me causa gracia, ya que al único lugar que he visitado a lo largo de mi vida, es la capital de mi país, la Ciudad de México.
Entro a la oficina, registro mi entrada y saludo con un gesto de mano a todos mis compañeros, hasta llegar a mi escritorio, me acomodo en mi asiento, guardo mis pertenencias en uno de los cajones, enciendo mi computadora, para revisar mis correos y el planeador para mi día laboral.
La tranquilidad que tenía se ve interrumpida por la persona más bulliciosa que he conocido en mi vida, mi amiga de trabajo, quien entra saludando, más bien casi gritando un buenos días a todos los presentes, no le importa haber llegado unos minutos tarde y que todo el mundo se dé cuenta.
Algunas ocasiones, me gustaría tener esa personalidad, solo que mi lado retraído me causa conflicto y para relacionarme con otras personas me genera un ligero problema, nunca fui amiguera, creo que la única persona que puedo decirle amiga es a ella.
-Buenos días, Esther -me saluda dándome un abrazo, me incomoda, ya que no me gustan los abrazos.
-Buenos días, Noa -la saludo, sonriéndole y separándome de ella, realmente no soporto los abrazos.
-Ya sé que no te gusta escuchar mis platicas de mis ligues, pero el fin de semana conocí a una chica que me gustó mucho -comenzó a hablar y no le tomé mucha atención, ya que sé no durara mucho con esa persona.