Esther
Me tiene acorralada, no tengo escapatoria, ella quiere llevar el control, pero eso no sucederá esta noche, así que me armo de valor y ante su mirada atenta, me deshago de los tenis y calcetines a cómo puedo.
Quiere quitarme el vestido, la detengo, porque sé que, si ella toma el control de la situación, voy a caer ante sus encantos y por lo pronto no quiero que eso suceda, solo quiero provocarla.
Acaricio con mi dedo índice derecho su rostro haciéndola cerrar los ojos, bajo por su cuello, delineo su clavícula, un suspiro sale de sus labios, deposito un beso húmedo en su mentón, me aparto antes de que me pegue a su cuerpo, abre sus ojos, ahora de un café oscuro, por sus pupilas dilatadas.
—Amor, no me tortures, quiero sentir tu cuerpo desnudo junto al mío —coloca sus manos en mi cintura y yo dejo mis manos en sus hombros, evitando que se me acerque.
Si ella lo quisiera, utilizaría su fuerza, pero es tan delicada y respetuosa con mis decisiones, que a pesar de todo lo que me desea se contiene.
Me doy la vuelta quedando de espalda a ella, el cabello me lo paso sobre mi hombro izquierdo, siento como ella se apega a mí, siento su respiración sobre mi cuello, mi piel se eriza al sentirla, me besa el cuello, yo me recargo sobre su cuerpo y siento como busca el cierre de mi vestido.
—Tan nerviosa te pongo que no encuentras el cierre —juego con ella, aunque internamente soy yo quien está nerviosa.
—Como no tienes idea, Esther —me muerde el lóbulo, un jadeo se escapa de mis labios.
Llevo mis manos a sus caderas para sostenerme mejor y ella solo sonríe, sabe que estoy a su merced, a todo lo que desee hacerme, puede poseerme en cuerpo y alma, aunque yo haga el intento de llevar el control de la situación.
Su mano derecha recorre desde mi vientre, pasando por mis pechos y llega a mi cuello, donde lo cierra con delicadeza, giro mi rostro y me besa con premura y pasión.
Bajo el cierre de mi vestido, mi piel arde por querer tener contacto con la suya, arde por sus besos y cada poro de mi ser, grita por ella, la mujer que le da un vuelco a mi mundo entero.
Antes de que se dé cuenta que puede quitarme el vestido sin oposición, me despego de su cuerpo y coloco mis manos en su cintura, y ahora soy yo quien la hace retroceder hasta que está al borde de la cama.
—Siéntate mi amor, por favor— mi voz sale ronca.
—Ante todo, eres muy educada —se burla de mí y se sienta.
—¿Cómo podría ordenarle algo al amor de mi vida? —sus mejillas se sonrojan más de lo que ya estaban.
—Tú podrías pedirme el universo entero —me responde intentando jalarme.
—Ya lo tengo, tan solo con tu mirada me basta —le sonrío.
Deslizo mi vestido lentamente sobre mis hombros, Emma está estupefacta observándome con esos ojos llameantes y sus labios entreabiertos, mi vestido cae y quedo en ropa interior.
Emma se relame los labios, sé que está excitada al verme así, sus ojos recorren todo mi cuerpo, deteniéndose en mis pechos y en la parte baja.
—Es tú regalo de cumpleaños que estaba pendiente, amor —le señalo mi lencería.
—Toda tú eres hermosa, mi amor, desde hoy, mi color favorito será el rojo —me acerco a ella, me toma de la cintura con ambas manos y me apega a su cuerpo, deja un beso sobre mi ombligo.
—Eres la cosa más dulce y adorable —peino su cabello y acaricio sus mejillas por el gesto que acaba de hacer.
Un camino de besos va dejando por mi abdomen antes de hacerme sentar sobre sus piernas, y ahora esos besos los deja en mis senos, sobre el sostén, me sostengo de sus brazos y comienzo a besar su frente buscando bajar a sus labios.
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Prohibido amarnos
RomanceTodo el caos en la vida de Esther, comenzó un domingo cualquiera, cuando iba de compras a una plaza comercial de la ciudad de Puebla. A partir de ese día su vida haría catarsis por ese encuentro tan casual. Nunca se imaginó que comenzaría a cuestion...