Capítulo tres

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— Padre, ¿puedo ir a ver a mamá? — dijo con grandes ojos suplicantes.

— Ella no quiere verte. — dijo fastidiado.

— ¿Por qué? ¿Qué hice mal? — se podía notar la preocupación en su voz.

— Tu le provocas muchos problemas, así que simplemente no quiere verte.

— Quiero a mi mami… — dijo entre sollozos.

— ¡¡Cállate Hoseok!! — gritó.

Hoseok saltó por el susto y trató de parar su llanto, pero no podía.

— Eres un maldito mocoso frágil. — lo empujó cerrando con seguro su cuarto

El cuarto de Hoseok no parecía el de un niño, no había juguetes ni nada que fuera colorido o divertido, simplemente era una habitación aburrida sin color, ni siquiera estaba la esencia de él.

Iba a la escuela, pero siempre con la vigilancia de Kiyoung y una rutina que no podía romperse.

Hoseok se había vuelto retraído, no tenía amigos y la única persona con la que había hablado durante ese tiempo era Kiyoung, que tampoco decía mucho.

— Tengo que ir a hacer un trabajo a la casa de los Shin. — dijo mirando por la ventana.

— Deje le pido permiso a su padre.

— Está bien.

Kiyoung llamó a Seung pidiéndole permiso para llevar a Hoseok a hacer una tarea con un compañero, y aunque puso muchos peros, terminó dándole permiso.

— Su padre aceptó, una hora es suficiente  para hacer su trabajo escolar, ¿verdad?

— No, pero tampoco es como que haya otra opción, ¿o si?

Kiyoung negó mirándolo.

Llegaron a la casa de la familia Shin.

Hoseok se bajó junto con su mochila y caminó a la entrada.

Kiyoung lo miró de reojo y se alejó un poco para fumar a gusto.

La puerta de la casa se abrió y Hoseok se escondió en el arbusto del patio, así que cuando Kiyoung volteó la puerta estaba siendo cerrada, por lo que dio por hecho que el joven Jung ya estaba adentro.

Hoseok salió del arbusto y corrió discretamente lejos de ahí, corrió lo más que pudo, tomó un taxi y se dispuso a ir al hospital donde sabía que encontraría a su mamá.

Al llegar preguntó por ella, le dijeron donde estaba y caminó hacia el cuarto, Hoseok estaba nervioso, pero también le daba un poco de felicidad poder volver a ver a su madre.

— Aquí esta la Sra. Jung, puedes entrar a verla.

Hoseok la miró y asintió.

La enfermera se fue dejándolo solo.

Hoseok suspiró, entró al cuarto y miró a su mamá acostada, se veía muy delgada, demacrada y ojerosa, se acercó y agarró su mano besándola.

— Mami… — susurró con la voz quebrada, sus lágrimas no dejaban de salir. — Te he extrañado mucho.

No podía creer que estaba nuevamente con su mamá, aunque no había rastros de aquella hermosa mujer y estaba irreconocible, aún podía sentir su calidez y la calma que estar con ella le provocaba.

— Ya no me voy a portar mal, te prometo que seré un buen niño. — la miró tratando de calmar sus sollozos. — Seré normal, pero, por favor, vuelve a casa. Te necesito.

𝙀𝙣𝙚𝙢𝙞𝙜𝙤𝙨.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora