Vete a la mierda

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Han pasado unas horas y yo aún sigo en la biblioteca. Jasper fue hasta la tienda de donas en el auto de Pierre a comprar café, así que estoy acabando mi vaso de frappuccino. Mientras tanto, paseo la daga entre mis manos. Sigue sorprendiéndome, sobre todo ahora que es de mi propiedad. Tengo una daga por primera vez en mi vida y un regalo de Pierre a su vez. Suena increíble, sin contar que, literalmente, el chico me regalo una daga...

No estoy segura de querer contarle esto a mamá. Jamás. No suena a algo que ella querría enterarse, exactamente, o que acepte dialogar sin perder la cabeza.

Estoy tan hipnotizada con el diseño del arma, el filo y su peso, que me cuesta concentrarme cuando Melanie le habla a sus amigos sobre mí.

—Creo que le gustó bastante.

—Es de las más bonitas que he conseguido —dice Pierre cuando se levanta del sofá y comienza a ordenar el desastre que hemos dejado en la mesa pequeña—. Sabía que llamaría su atención más que las demás.

—¿A quién no le gustaría? —contesta Jasper e intenta tirar el vaso de plástico vacío al contenedor de basura más cercano desde donde está sentado. Y lo logra—. Yo también quiero una así.

—Ya tienes algunas en tu colección, no jodas.

—Pero quiero la de Bridget.

—Demasiado tarde —suelto, guardándola en el estuche una vez más. Jasper me pone mala cara.

—Jasper, hay dagas en nuestra casa que valen más que la de Bridget, deja de quejarte —exclama Melanie, tirándole un almohadón de un sofá a otro.

No sé sobre que parte de esa oración alterarme, si por el hecho de que aun no entiendo qué es eso de coleccionar armas como juguetes perdidos, o que haya referido a su casa como de ambos.

—¿Viven juntos? —Las palabras salen de mi boca antes de pensar si dejarlas salir o no. Aunque tampoco me arrepiento.

—¡Claro! Tenemos una propiedad compartida. Los tres. —Se vuelve hacia su amigo—. ¿Pierre, no le has dicho?

—No, no me ha dicho —me adelanto a contestar. Él clava sus ojos en los míos, juzgadores, pero no habla

—Es genial, te lo aseguro —continua Melanie.

—Claro, soportarte a ti a diario es genial —bromea Jasper cuando se levanta para dirigirse abajo.

Miro la hora, y me entero que también tengo que volver a casa; es tarde y mamá me llamará la atención si no estoy presente en la cena.

Agarro a Oliver de su correa y sigo a los tres chicos para bajar las escaleras detrás de Melanie mientras ella va molestando a Jasper por su último comentario y viceversa.

En la planta baja todos siguen igual de escandalosos que siempre, solo que hay menos amontonamiento de adolescentes y nulas señales del grupo de Colin. Se voltean para vernos salir apenas escuchan nuestros pasos. Sin embargo, los ignoro para no devorarme la cabeza con suposiciones.

La brisa helada me pega en la cara y entra en mis pulmones cuando doy un paso afuera. Hace más frío del que me hubiese imaginado y me toma por sorpresa. Además, está bajando el sol, dejando el bosque en una tenue oscuridad con diferentes tonos amarillentos.

—¿Te esperamos en casa? —comenta Jasper luego de chocar la mano con Pierre.

—Sí, no tardo. —También choca la mano con Melanie—. Llámame si necesitan algo... Ya sabes a lo que me refiero.

—Eso haremos.

Pierre afirma con una sonrisa leve y se dirige a su auto.

—Oh, adiós Bridget. —Jasper me da un apretón de brazo antes de comenzar a caminar—. Un gusto pasar la tarde contigo.

OSCURO GÉNESISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora