Los dones bajo llave

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Me quedó paralizada, sin bajar la mano del sitio en donde la subí, y miro a Pierre con terror.

—¿Qué fue eso? —grita Melanie y se acerca corriendo para supervisar la daga que levanta del piso. Está impecable, no tiene ni un rasguño, lo que confirma que solo fue arte del aire.

Oliver nos mira con extrañez.

—¿Yo hice eso? —murmuro con vergüenza. Los tres afirman con la cabeza, mientras yo misma niego, intentando convencerme de lo contrario.

—Parece que alguien descubrió su nuevo don —agrega la chica.

—Lánzame otra, necesita comprobarlo —le exige Pierre a Jasper sin apartarme la mirada concentrada. Melanie le pasa unas cuantas dagas de la caja.

—¡No! No comprobaremos nada —chillo—. No sé cómo lo hice, mira si lanza y no puedo desviarla.

—Él puede atraparla, es el punto de su don y de por qué se la lancé a la cara inicialmente —contesta Jas mientras se prepara.

—De todas formas, no —exclamo, lo apunto—. Baja eso.

—Hazlo —insiste Pierre.

Lo miro con el ceño fruncido, ¿quiere morirse o qué?

—Jasper, ni se te ocurra —murmuro con los dientes apretados.

—¡Vamos! Me aburro —alienta Pierre.

Jasper me dedica una última mirada de disculpas y lanza el arma en dirección al pecho de Pierre. Intento la misma maniobra, aunque no sepa el funcionamiento del supuesto don, y hago que la daga aterrice de la misma forma en el suelo; como si le diera un empujoncito mágico.

Y luego viene otra y otra, a tremendas velocidades. El corazón se me va a salir por la boca, no dejan de llegar. Me percato que puedo hacerlo con ambas manos, detengo dos a la vez incluso. Al finalizar, hay más de diez dagas desparramadas por ahí, un silencio expectante y un Pierre intacto a metros de mí que esboza una sonrisa de lado.

—¡Eso es fantástico! —exclama Melanie, aplaudiendo con entusiasmo—. Tienes un don muy útil, chica guardiana.

—Ehh, ¿disculpa? —contesto—. No hago absolutamente nada.

—Error —suelta Jasper—. Crees que no haces nada, así funcionan los dones, pero si lo haces. Es similar a... la magia de las brujas en las películas. Es invisible, no lo sientes, solo sucede.

—No entiendo. ¿Se supone que ahora detengo objetos voladores?

—Sí, nena —interviene Pierre—. Cualquier objeto volador, imagínate lo que quieras. —Se deja caer en un sofá—. Melanie tiene razón, es fantástico.

No esperaba eso. En realidad no esperaba ningún don en concreto, los anulé completamente. Me siento una estúpida, hubiese sido de ayuda leer los libros que la abue dejó en mi habitación y que Pierre me recomendó, así tendría quizá menos cantidad de preguntas.

Supongo que me acerco a no ser demasiado nueva en Shungit y saltan más momentos como este a atacarme que, desde luego, me dejan en un puesto de novata completamente.

Miro mis manos, buscando rastros de energía, quemaduras, quién sabe. De algo. No hay nada, están impecables.

—No notarás cambios —agrega Melanie. Cuando levanto la vista, los tres están en los sofás, viéndome—. El don está incorporado a ti, es automático, como respirar o pestañear.

Dios mío. ¿En qué me convertí?

Me siento junto a ellos, reproduciendo la imagen de las dagas voladoras en mi cabeza. Oliver corre de nuevo a la alfombra.

OSCURO GÉNESISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora