El papel entre mis manos quema, es la tercera noche que me voy a la cama sosteniéndolo. No es solo una carta, es la carta que Marjorie me envió al inicio del verano con el título de «tu compañera está aquí». Se sentía como una alarma que no dejaba de llamarme dentro de mi habitación; no evité sacarla del cajón donde permanecía guardada la misma tarde que Bridget se fue.
Acaricio la rugosidad de las letras cursivas y bellas de Marjorie Gray mientras las leo por milésima vez.
Pasó mucho tiempo desde que te prometí que conocerías la parte que falta del cargo guardián, ¿no lo crees? La historia cuenta con dos dragones y, si la cuenta no falla, sobra un puesto.
Tú no lo sabías, Pierre, pero en muchas de mis tardes de estos últimos años me encargué de vigilarte. Y no de un mal modo como puedes llegar a creer. Te observé, supe lo mucho que anhelabas esa compañía de la que te había hablado, con la que habías soñado. Quizá no fue correcto, mi don no es correcto, pero no puedo quitarme de encima la situación de tus padres. Debía llenar lo que arruiné.
No me permitiría soltarte, niño. No sé cuándo vaya a hacerlo.
Entonces... ¿Cómo es ese dicho de «lo bueno se hace esperar»? Tu compañera llegó a Shungit. Bridget Wilson, mi nieta, está en el pueblo. Búscala, enséñale el mundo. Se lo merecen... ambos.
Me dejó a Bridget, y la perdí. Porque lo más fuerte que siento, se pierde. Siempre.
Puedo recordarme entrando a la biblioteca luego de recibir la carta. Acabé con las recargas esa misma tarde, no me llevó demasiado tiempo, y salí de esa habitación en busca de la nieta de Marjorie.
Escuché entre susurros a Colin y Tanner refiriéndose a la chica nueva. «¿Nueva?», pensé. Que un ser nuevo pisé Shungit es más impactante que cinco muertes un mismo día por culpa de dragones negros. No tenía dudas acerca de quién nombraban.
Hablaban de Bridget.
Bridget Wilson.
Cuando subí a la planta alta y me la encontré ahí, con su ropa ancha, sus ojos grises como cristales iluminados por el sol y carita de venado asustado, me escuché a mí mismo por primera vez. Reviví como un masoquista la cantidad de veces que me había recostado en el césped de la mansión a mirar las estrellas y pensar en cómo sería la persona que faltaba para cubrir el pueblo en su totalidad.
¿Sería una buena compañía? ¿Conectaríamos bien? Siempre lo dudaba, incluso desde que pusieron el Ónix blanco en mis manos.
Asechaba contra Colin, solo, preguntándome cuándo se acabaría. Quería a alguien. El trabajo entero para mí era agotador. Los asesinatos se sumaban a la cantidad del mes anterior constantemente, llevándome a creer que Shungit se consumiría entero.
No necesité más que un par de palabras y preguntas el primer día que mis ojos la analizaron de arriba abajo para descifrar la actitud de esa chica. Mi chica. Burlona cuando se lo propone, cuando se enfada, cuando su única escapatoria es expresar los comentarios bajo un manto camuflado.
Atrevida; ella quería demostrarse fuerte, y sí que lo es. Jamás dejó que los dragones negros vieran sus debilidades. Jugó la partida fenomenalmente, aunque ella creía echarlo todo a perder constantemente.
Esperaba una compañera para mantener a flote el pueblo, pero, cuando la vi plantada enfrente a las estanterías junto a su Dóberman, supe que era más que una compañera. Tenía algo más...
Mi chica de sonrisa pura, labios sabor a cereza, perfume que destella seguridad, ideas variadas y pensamientos en todas las formas y colores. Cuando la miraba, su brillo destacaba, su manera de desenvolverse me cortaba la respiración, su perseverancia no acababa. Y, sobre todo, veía como su mente no dejaba de maquinar. No paraba.
No pretendo parar contigo.
Se fue, y no paro. Ni siquiera conmigo.
Puso en mí una paciencia desde el inicio que jamás hubiese podido imaginar. «Llévala despacio», me indicaba Marjorie, mientras yo notaba como la arena en el reloj de Brid iba descendiendo respecto a mí. La bomba explotó, porque lo hizo, y fuerte. Se me escapó de las manos cuando creí sostenerla fuerte; sin embargo, no lo eché a perder.
Hoy se cumple una semana que no veo ese rostro bonito que me deja sin aliento.
Hace una semana que no escucho su voz, que no detecto sus pensamientos acelerados, que no me adentro en su enredo de energía a través del Ónix blanco que guardo en un mi habitación como si fuese de mi propiedad. Ese Ónix que en realidad le pertenece especialmente a ella. Nada más que a ella.
Y siento que me derrumbo de a poco. Me quemo, me permito arder vacío, sin su encanto, sin la parte que me quitaron. Porque fuimos dos almas sumergidas en la soledad que conocieron lo que era salir de esas profundidades y sonreír a las miradas del otro.
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OSCURO GÉNESIS
FantasyBridget Wilson tiene un único propósito este verano: desconectar de los problemas que la separación de sus padres le lanzó encima, y supervisar que su madre sane su marchitado corazón. Con eso en mente, ambas viajan desde Toronto hasta Nelson, Colu...