La magia se apaga, todo vuelve a ser como normalmente era. Ya no hay venas negras, manos de luces u ojos sin iris. El rubio gira la cabeza y enfoca la vista a su izquierda. Aprieta los dientes con violencia para luego decir en un grito:
—¡Crawford!
Giro en mi eje y me topo con Pierre. Está parado con rigidez y de brazos cruzados a pocos metros de nosotros. El resto del grupo lo mira con impaciencia y desarma la barrera que nos tenía rodeados en forma de ring de boxeo.
Pierre pone sus ojos sobre los míos apenas puede y, con solo eso, logra preguntarme cientos de cosas que contesto con una leve afirmación de cabeza.
Alegrarme de verlo es una mis actividades sentimentales más rutinarias últimamente, pero esta vez siento un terrible alivio porque haya lanzado una daga entre los diez centímetros que le faltaban a Colin para llegar a mí, lo cual también me parece una terrible puntería. No creí que sucediera, no alcancé a imaginarme algo así ni siquiera.
—¿No sabes hacer nada más que interrumpirme? —le pregunta el rubio sacándose de un manotazo la sangre que le chorrea de la mejilla—. Eres insoportable. De verdad te lo digo, deberías analizarlo un poco.
—¿Y tú no sabes hacer nada más que amenazar a las personas? —contesta Pierre, devolviendo las preguntas como hace habitualmente a su favor—. Te recuerdo que eres tú el que me obliga a interrumpirte siempre.
Y no tengo idea a que se refirió con eso.
—¿Yo? —Se señala a sí mismo con las cejas levantadas—. ¿Estás diciendo que te obligo, Pierre?
—Sí dejaras de meterte en líos, quizá —dice y se lo piensa exageradamente antes de proseguir—, solo quizá, dejaría de interrumpirte, Rutherford.
—No te lo crees ni tú.
—Claro que no. Lo que sucede es que eres tan cabeza hueca que prefieres perder el tiempo echándole miedo a la gente en vez de demostrar lo que realmente vales.
Me esfuerzo para no esbozar una sonrisa que me lleve a mi tumba.
—Oh, espera —añade Pierre—. Olvidaba que no vales nada.
Tanner, Lennox, Clementine y Thea permanecen en un áspero e incómodo silencio mientras Colin hierve como una tetera a fuego alto. Que grandes amigos, no tienen el valor de defender al pobrecito humillado. O tal vez teman a lo que pueda pasar si lo hacen.
—Aseguro que, haga lo que haga, seguirías usándome como un maldito tablero para tus dardos —señala Colin con los dientes apretados y avanza sutilmente hacia Pierre—. Y mi cabeza seguiría siendo tu diana.
»Así que no, no pienso parar jamás, aunque eso implique tener que aguantar tu entrada heroica una y otra vez, tu maldita idea de llevar todo bajo control y tus delirios de grandeza.
—No —pronuncio apenas acaba el discurso. Me mira con el ceño frunció y más ofendido que nunca—. Los delirios de grandeza los tienes tú, no él.
—¿Y ahora qué dice? —murmura Clementine por lo bajo. Claro, de mí si hablan, de Pierre no piensan decir una palabra.
—Te crees superior por tener un grupito que viste caro, por ser el centro de atención del pueblo y hacer creer al resto que tienes todo lo que quieres. —Hago una pausa y levanto una ceja para agregar—: Pero cuando realmente no lo logras, te tiras solito al pozo más profundo.
—¡Tú cállate! —suelta lo más fuerte que puede—. Eres igual de insoportable que él. Con razón van tan enamoraditos.
—No vas a callarme, Colin —prosigo—. No eres quien para hacerlo. Y alguien debe encargarse de demostrar la farsa que eres.
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OSCURO GÉNESIS
FantasyBridget Wilson tiene un único propósito este verano: desconectar de los problemas que la separación de sus padres le lanzó encima, y supervisar que su madre sane su marchitado corazón. Con eso en mente, ambas viajan desde Toronto hasta Nelson, Colu...