Melanie y Jasper protestaron cuando Pierre los obligó a volver caminando a la Estancia Drákon. «¿Lo dices en serio?» exclamó Jasper enseguida, a lo que Pierre contestó: «Me voy con Brid a su casa». Uff, fue un error; se escandalizaron a más no poder. «El auto es mío, hago lo que se me dé la gana», añadió para finalizar.
Yo propuse llevarlos y luego volver a casa de la abuela como acordamos con Pierre, pero él insistió que no morirían por caminar un rato por el pueblo. Definitivamente no quiso perder tiempo, así que llegamos enseguida a nuestro destino.
Solos.
Mamá y la abuela no se enteraron de la visita de Pierre aún, incluso no las he escuchado por la casa apenas entramos, y tampoco las he visto en el pasillo. Sin embargo, apuesto que se pondrán eufóricas (la abue con más razones) cuando lo vean por segunda vez aquí, en mi habitación.
—Estos libros los ha dejado Marjorie apropósito —dice Pierre, hojeando sobre mi cama los libros de mi escritorio.
Tengo a Pierre, en mi cama.
—En un comienzo me dieron igual, pero luego tomaron más sentido, sobre todo al saber sobre los dragones.
Me recuesto a su lado para también darle una repasada a los libros. No los he usado desde que busqué información sobre Ónix, y al leerlos ahora encuentro datos útiles que me parecieron ilógicos en un principio. Mitología, dragones, piedras y cristales. Las historias ficticias también tienen que ver con esos temas, aunque recién me percato.
—¿Crees que debería leerlos? —le pregunto.
—Podrías. No pierdes nada con hacerlo, de hecho podrías encontrar cosas útiles. O tal vez rebuscar en la biblioteca, hay un sinfín de libros referidos a dragones.
Afirmo y me acerco al escritorio para devolver los cinco libros apilados a su lugar; los dejo en mi lista mental de libros pendientes. Los acomodo entremedio de mi maquillaje y, antes de volver con Pierre, me hipnotizo con el mural enfrente de mí. Esas alas esqueléticas, tan extrañas pero familiares. Recuerdo la primera vez que entré a esta habitación y llamaron mi atención con rapidez.
Es mi oportunidad de indagar sobre el dibujo. Supongo que Pierre lo tiene tatuado por ser el guardián; yo lo tengo aquí por el mismo motivo. Pero ¿de dónde salió? Quiero el porqué.
Me siento en la cama con cierta vergüenza.
—Pierre...
—¿Sí? —Suelta su celular y me mira de inmediato. Se coloca de costado, enterrando su codo entre las mantas para apoyar su cara en su mano—. ¿Qué pasa?
—¿Puedo ver tu tatuaje?
—¿Otra vez? No llevo la cuenta de la cantidad de veces que lo has visto.
—Lo sé. Quiero comprobar si es igual a mi mural —digo y señalo la pintura.
Accede y se desabrocha la mitad de la camisa para que pueda ver las alas oscuras en su pecho con atención. Definitivamente son idénticas a las que posan en la pared, y él lo sabe, pero en vez de decírmelo dejó que lo verifique por mi cuenta.
Por una única razón, ¿verdad?
Un impulso me lleva a acariciar con mis dedos las líneas de la tinta. ¡Al fin puedo hacerlo! Recorro el contorno con paciencia, sintiendo su pecho subir y bajar a causa de la respiración, hasta que llego al punto en donde ambas alas se unen. La piedra, el Ónix. No se enciende ninguna luz, porque, por más que sea el mismo diseño, no estamos hablando de la misma cuestión. Pero... ¿por qué?
—¿Sabes lo que significa?
Casi pego un salto a escuchar sus palabras; mi concentración me mantenía ocupada, en su suave piel, en la tinta, en los detalles.
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OSCURO GÉNESIS
FantasyBridget Wilson tiene un único propósito este verano: desconectar de los problemas que la separación de sus padres le lanzó encima, y supervisar que su madre sane su marchitado corazón. Con eso en mente, ambas viajan desde Toronto hasta Nelson, Colu...