Había una vez un collar...

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—¿Qué haces? —formula, concentrándose en los pocos centímetros que quedan entre mi mano y la piedra.

—Quería... Quería ver el collar de cerca. Lo conozco y no sabía que no debía tocarlo, lo siento.

Se queda unos segundos esperando, algo en concreto imagino, pero no sé qué. Quizá esté preparándose, al igual que yo, para que la piedra brille; porque aseguro que mi mente no se sorprenderá cuando lo haga.

Me suelta suavemente la muñeca y afirma.

—Tomálo —señala, conciso.

—¿Cómo?

—Que tomes el collar.

—Pero... —Dudo, porque no parece convencido.

—Tomálo. O inténtalo al menos.

¿Intentarlo? ¿Por qué se supone que no sería capaz de hacerlo? No lo sé, es un collar como el mío, sin más. O eso creo.

Lo tomo, eso de intentarlo sale bien. Me resulta exactamente igual a tener la piedra que el abuelo Nick me regalo entre mis dedos. Tiene un peso similar, diría que idéntico, y el mismo armazón plateado y reluciente brillo. Está frío. No genera ningún destello celeste ni nada extraño. Diría que es...

No, no es normal. De un momento a otro, Pierre cierra los ojos, comienza a respirar con dificultad y a esforzarse para no alejarse. Me obligo a soltar la piedra tan repentinamente como cuando el mural me quemó la mano aquel día en el que intenté tocarlo, y busco la mirada de Pierre con urgencia.

—¿Qué te sucede? —pregunto un tanto asustada.

Inhala y exhala unas cuantas veces hasta responder.

—Tú sucedes.

—¿Yo? —Pestañeo varias veces—. ¿Qué tengo yo?

—Tú... Es... —Titubea y se humedece los labios, paseando la mirada de acá para allá—. Tu energía interna es...

—¿Mi energía? ¿Puedes sentir mi energía interna?

Se silencia y tensa la mandíbula. Es todo lo que necesito para descifrar que es un rotundo «sí» que no se anima a confesar. Además está nervioso, si mi pregunta no fuese parte de la caja de secretos no lo estaría en absoluto.

—Pierre, ¿me estás diciendo que, en este pueblo y con esos collares, pueden sentir la energía a fondo del resto de las personas? —formulo con mucha énfasis en cada punto importante.

—No exactamente. Es algo... más complicado.

Sea complicado o no, me estoy encaminando y no me ha negado la respuesta. Es un magnifico avance. De hecho sonrío por la victoria que, aunque parezca insignificante, es gigante para una chica que tienen encadenada al piso sin poder investigar las nubes.

Todos en este pueblo tienen una de esas piedras, sean diferentes o no. No estuve equivocada cuando las consideré importantes. Se supone que ellas logran acumular energía. Mis pocos conocimientos del tema alcanzan a responder que las piedras y cristales se cargan con energía, ese es el punto. Pero ¿qué más?

—De eso se trata, ¿verdad? —Me quedo boquiabierta—. Estas cosas canalizan energía.

—Sí, lo hacen.

Estoy por saltar de emoción al comprobar que el obsequio del abuelo Nick es mucho más poderoso de lo que a simple vista parece, que brilla por una razón y también debe tener una función específica que desconozco. Sino ¿por qué todos usarían cristales y piedras energéticas?

Ahora debo descubrir si toda esta información apartada de mi alcance tiene que ver con esto, o con algo mucho más profundo. Por la manera que Pierre me mira, deduzco que estoy armando un show por algo erróneo, por lo que me obligo a poner los pies en la tierra de nuevo.

OSCURO GÉNESISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora