Inhalo un suave olor a café que va intensificándose hasta que oigo como apoyan tazas sobre la mesa de cristal. Tengo calor, y mucho. Siento mi costado enterrado en el sofá, mi espalda en contacto con alguien más y una mano descansando sobre mi abdomen. Estoy sumamente cómoda, sin embargo, me esfuerzo por abrir los ojos. No estoy en casa de la abuela.
Estoy en el salón, en el mismo sofá en donde miré la película anoche, Pierre duerme detrás de mí. Pegado a mí, mejor dicho. Ya salió el sol, es de día y yo sigo en la Estancia Drákon.
—Buenos días, Bridget —dice Jasper mientras se lleva la taza de café a la boca y nos mira desde el sillón de enfrente como si fuésemos un espectáculo de telenovela.
Mis mejillas se encienden como lamparitas de navidad e intento apartarme de Pierre sin despertarlo, pero coloca firme la mano que apoya en mi abdomen. No me deja incorporarme. Trago saliva con fuerza, no sé cómo acabé entre sus brazos para empezar. No recuerdo más que cerrar los ojos en medio de la película, pero mágicamente habrán pasado cosas luego, me imagino.
—Pierre —le susurro y le doy golpecitos con el dedo en la mano.
—No hace falta que vuelvas a casa, Brid —contesta sin abrir los ojos y, probablemente, inconsciente de lo que dice. Siento su respiración contra mi pelo, cerca de mi oído.
—Hablo en serio. Despiértate. —Vuelvo a intentar zafarme. Esta vez logro ponerme de pie, aunque me mareo un poco al hacerlo. Tomo un almohadón decorativo y me dispongo a pegarle en la cara para que reaccione.
—¡Bridget! —suelta justo cuando alcanza el almohadón en el aire antes de que llegue a su cara.
Levanto las cejas. Literalmente tenía los ojos cerrados y no sabía ni lo que decía. ¿Cómo supo que le tiraría con algo?
—Dios mío, que reflejos —susurro para mí misma, y lo paso por alto de inmediato para concentrarme en lo que sí me interesa—. Debes llevarme a casa, Pierre. Si no me iré yo solita.
Espero que eso lo haga querer contradecirme y así lograr que despierte del todo, pero, en vez de eso, murmura adormecido:
—Vuelve acá y deja de preocuparte, ¿sí?
Me muerdo el labio inferior mientras Jasper suelta un silbido alentador. Apuesto que está disfrutando del momento que después le contará a Melanie como chisme de la semana.
Me acerco y le pincho la mejilla con el dedo a Pierre tan insistentemente hasta que al fin, ¡al fin!, se reincorpora de un salto.
—Eres insoportable —me dice, acomodándose el desordenado pelo que, esté como esté, siempre se le ve bien. Incluso si acaba de despertarse.
—No pensabas eso hace cinco minutos atrás —le espeta Jasper con carita de angelito.
—Tú cállate. —Usa mi misma táctica y le tira un almohadón que vuela por la sala hasta darle en toda la perfecta cara al chico. No puedo evitar partirme de risa.
Oliver viene caminando desde afuera con toda la felicidad del mundo, atraviesa la puerta, mueve la cola y se acerca a Jasper para que lo acaricie. Eso fue un «alguien me sacó al jardín y no fuiste tú, Brid. Eres una decepción».
—¿Por qué me miras así? —lo acuso como si fuese capaz de contestarme.
—Es un perro fácil de entender —habla Jasper con cariño—. Dio unas vueltitas detrás de mí mientras preparaba el café y supe que quería salir un rato. Nuestro jardín es espacioso, iba a emocionarle.
—Jasper, el nuevo comunicador perro-humano —bromea Pierre—. No se te vería mal el puesto, tienes las capacidades.
Los chicos se ríen soltando tonterías cuando comienzo a escuchar el tono de llamada de mi celular a lo lejos. El alma se me cae a los pies al recordar de nuevo que tengo una mamá, una abuela y una casa a la que volver.
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OSCURO GÉNESIS
FantasyBridget Wilson tiene un único propósito este verano: desconectar de los problemas que la separación de sus padres le lanzó encima, y supervisar que su madre sane su marchitado corazón. Con eso en mente, ambas viajan desde Toronto hasta Nelson, Colu...