Pierre conduce por el camino al bosque mientras yo aprecio el paisaje y el aire fresco y húmedo que entra por la ventanilla del auto. Toma unos atajos que no he usado, que no sabía que existían, y se desvía varias veces para alejarse de la biblioteca lo más posible, pasando por espacios pequeños que quedan entre los árboles hasta llegar a un predio algo más despejado y lleno de césped vivo, alto. El sol entra por el hueco redondo que forman los árboles alrededor, y llena de un calor hogareño la parcela.
—Practicaremos aquí por ahora —me dice cuando el motor se apaga, entonces baja del auto y me obligo a seguirlo—. Los dragones negros no suelen venir para estos lares.
—¿Lo has confirmado?
—Hemos venido aquí con Jasper y Melanie muchas veces, no encontramos rastros de otros visitantes al menos.
Avanzo hasta el centro del terreno y doy un suspiro al no oír nada. Con «nada» me refiero a ningún ruido que no sea el canto de los pájaros, la brisa moviendo las ramas y la propia melodía de la naturaleza. Esto es lo que me gusta de los pueblos de Canadá con exactitud. Esto buscaba cuando acepté el viaje; explorar bosques desolados, arroyos perdidos y zonas no visitadas con frecuencia.
Automáticamente saco mi celular de mi bolsillo, decidida a tomar una foto con este tremendo lugar de fondo.
—Ven aquí —lo llamo a Pierre, que está explorando por las filas de árboles. Ve mi celular y su rostro se ilumina; ya entendió la razón.
—¿Una foto? —suelta con emoción.
—¡Sí!
Se acomoda a mi lado con una sonrisa inmensa, la cual me contagia y da la señal para tomar la foto. No solo tomo una, tomo otra, y otras más sin parar para quedarme con varias mientras cambiamos de poses con gracia.
—Voy a enviarle alguna a mi papá luego —le digo cuando guardo el celular—. Él ama estos lugares.
—Mándale saludos de mi parte, dile que ya lo extraño.
Me muerdo el labio, ocultando una risa, y niego con la cabeza mientras me quito la camiseta y él su camisa, las cuales lanzamos insignificantemente dentro del auto.
No pregunto esta vez cómo traer a mi dragón al control, simplemente saco esa energía que guardé al mundo de nuevo. Tan simple, rápido, y las alas se extienden en un abrir y cerrar de ojos.
—Ya lo manejas a la perfección, ehh —exclama. Cuando me volteo, él ya se ha convertido. Es fantástico cómo actúa desde el silencio y el sigilo.
—Creí que sería complicado.
—Te dije que no lo sería.
Se arrima a mí y no puedo evitar ponerme nerviosa. No existe ni ha existido una vez en la que no haya hervido de nervios con Pierre sin camisa a centímetros de mí. Es que ¿quién en su sano juicio podría estarse tranquila? No me creí débil hasta que conocí a Pierre, eso está patente en mi cabeza.
—¿Ya le has enseñado a alguien a volar? —pregunto, condenando a que mis ojos se mantengan en los suyos.
—No, pero tengo una idea. —Sonríe de lado.
—Eso no me da buena espina, ¿sabes?
—No tienes más opciones, ¿o quieres aprender sola? —me provoca con una ceja enmarcada.
Suelto una risa burlona y doy un paso atrás para seguirle el juego, porque eso de que soy linda hasta enojada vale también para él. Agrego:
—Bien, si tú lo dices. ¿Por qué no podría sola?
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OSCURO GÉNESIS
FantasyBridget Wilson tiene un único propósito este verano: desconectar de los problemas que la separación de sus padres le lanzó encima, y supervisar que su madre sane su marchitado corazón. Con eso en mente, ambas viajan desde Toronto hasta Nelson, Colu...