¿Quién dijo que la mejor herencia incluye dinero?

1.5K 238 39
                                    

No quiero hablar con la abuela, y no sé si es porque lo último que necesito ahora es seguir enterrándome en cuestiones más complicadas, porque me duele cada parte del cuerpo o porque todas las veces que hablé con la abue me llevaron por el camino que acabó en este castigo de mierda.

La biblioteca, la confianza en Pierre, y no sé qué se le ocurra esta vez, pero espero no chocarme con un paredón solido que va a aplastarme de nuevo.

Me vi obligada a despedirme de papá y cortar la llamada luego de que Marjorie me susurrara que necesitaba hablar conmigo. Así que ahora estoy sentada en la mesa de la cocina, esperando que ella acabe de prepararse el té de hierbas que toma todas las mañanas.

Estoy nerviosa, constantemente lo estoy, y no me sorprende. O sea, lo único que hago es enterarme cada día de una cosa más rara que la anterior, de las cuales mi cerebro tarda bastantes horas en procesar correctamente.

Cuando se sienta a la mesa con una taza floreada en la mano, suelto un suspiro largo y me preparo para lo que me aseche.

—¿Cómo llevas eso del castigo? —pregunta luego de mirarme por unos segundos. Es lo último que creí que diría al empezar.

—Mmm, bastante mal para ser sincera. No me lo veía venir.

—Me imagino. —Afirma con la cabeza—. Tu mamá teme que salgas de casa.

—¿No crees que es demasiado? —murmuro en voz baja a pesar de que mamá salió a hacer las compras al supermercado del centro y no es capaz de presenciar nuestra charla—. Estar encerrada aquí no me está gustando nada.

—Sí que sería demasiado si ese hubiese sido tu castigo, pero en ningún momento mencionó algo acerca de encerrarte aquí, Bridget.

—¿Cómo qué no? —Frunzo el ceño.

—Según lo que ella mencionó, no puedes volver a la biblioteca o la Estancia Drákon en específico. Nunca puso una condición que especifique no sacar un pie de esta casa.

Lleva la razón. He estado tan indignada con no poder ir a los únicos dos lugares en los que prefiero estar que me convencí a mí misma de no salir de la casa. En realidad empeoré mi castigo yo solita, por estúpida.

Me quedo pensativa acerca del asunto, preguntándome que carajos hice para creer que tendría que mantenerme encerrada por una semana, entonces ella prosigue:

—Charlie todavía no se acostumbra a las reglas de este pueblo, debes entenderla. Está preocupada por ti, no se imagina nada de lo que realmente sucede. Ve los peligros pero no los frutos de ellos.

—Lo sé —contesto—. Para mí es complejo, me imagino para ella.

—Exacto. Tú has visto muchas cosas las últimas semanas, te has enfrentado directamente a unas cuantas. Ella tiene la mente algo cerrada aún, solo debe abrir los ojos en algún momento.

—¿Abrir los ojos?

Las palabras de Colin el día que conocí a Pierre en la biblioteca me retumban por la mente. Mencionó que, cuando abra los ojos, podré responder a las dudas que constantemente tengo. La abue acaba de usar el mismo término. ¿Será mera casualidad? ¿O... realmente tiene que ver con abrir la mente y dejarla vagar por lo que creemos imposible?

—Abrir los ojos —reitera—, como tú lo estás haciendo. Vas en proceso.

—¿Cómo sé que lo estoy haciendo? —consulto, porque no siento ni hago nada diferente como para alcanzarlo. No me he esforzado.

O tal vez sí.

—¿Acaso no lo notas, querida? —Ladea la cabeza y me sonríe con cierta amabilidad y comprensión—. Estás abierta a todo lo que está llegando a tu vida, a Pierre, a la nueva conexión que mantienen, a la energía que mueve este pueblo. Entiendo que te cueste trabajo, pero si te caes te levantas. Si te chocas con una puerta cerrada, buscas la ventana.

OSCURO GÉNESISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora