Colin, Colin, Colin. Me pregunto por qué no permití que Oliver le comiera la cara el día de las recargas, hubiese sido la mejor forma de expresar mi ira en su contra sin hacerle ni un rasguño o salir perjudicada. El pueblo hubiese felicitado a mi perro por eso, lo aseguro, hubiese sido novedad del año en boca de cada uno.
Jamás imaginé odiarlo tanto en solo dos meses.
De hecho no logré sacarme al rubiecito de la cabeza en toda la tarde en consecuencia de la charla de Marjorie. Mamá me habló sobre unas películas y series que ha estado mirado sobre ladrones y asesinos esta semana mientras me esforzaba por contestarle con claridad sin que note el enredo que llevo. Mi celular ha sonado un par de veces con mensajes de papá y de Pierre, pero no he respondido ninguno.
Me siento sumamente encerrada, analizando a Colin en exceso. «Tiene que haber una manera de que caiga», pienso. Repaso su ataque, la información que guardo acerca de su poder, su comportamiento, y busco un fallo en esa perfecta capa de distracción que crea usualmente.
Me acerco a la ventana de mi habitación para concentrarme con intensidad. Afuera está oscureciendo, el sol apenas se ve entre las casas geométricas, y el cielo despejado se tiñe de un anaranjado que va haciéndose gris, luego azul oscuro.
Recuerdo a Jasper sangrando en la acera de enfrente, la apurada situación y escandalosa reacción, aunque temerosa, de mi parte. ¿Qué hubiese sucedido si estaba al tanto de los dragones para esas fechas y decidía acechar contra Colin en la negrura del bosque? O cuando organizó por si solo un ataque para Pierre y para mí, sabiendo que la alerta de Melanie nos haría correr a él sin ver los contras de la situación. ¿Qué hubiese sucedido si Pierre me devolvía a casa antes de ir por él? ¿Y si yo le lograba clavar la daga en el pecho? No me convertiría en dragón negro porque ni siquiera soy un dragón.
Encuentro de inmediato esa falla, o mejor dicho, ese espacio vacío que olvidó tapar para cuidar su vulnerabilidad. Hay una manera más obvia de lo que creíamos...
Tomarlo por sorpresa.
Es así de sencillo. Si nos adelantamos a lo que él deduce que va a suceder y llevamos a cabo lo contrario, le daremos por la espalda, y así caerá tan bajo como nosotros queramos. Pero ¿qué es lo que él deduce? Bueno, que soy una chica novata en Shungit que necesita de un guardián para mantenerse a salvo porque, por si sola, no es capaz. Una chica que no tiene más que energía en su Ónix y es la más ignorante de Shungit.
Sabe que no soy su perro faldero. Sin embargo, lo que he dicho nunca lo he demostrado por la única razón de no tener poder dragón corriendo por mis venas que me ayude a combatir en su contra.
Lo cierto es que no tiene ni la más pálida idea de lo que soy capaz. Con eso me alcanza y me sobra para mi decisión final. Pueden existir cientos de maneras de tomarlo por sorpresa, algunas extravagantes u otras mínimas, pero no voy a dejar esto en manos de la suerte.
Voy a convertirme en un maldito dragón.
Lo tengo todo para lograrlo; la oportunidad estuvo siempre ahí, observándome vivir diariamente desde dentro de una pared de ladrillos pintada con algunos colores.
Y lo ocultaré hasta que alcance mi máxima preparación para ser capaz de aceptar la batalla, hasta que verme signifique, para Colin, temerme. Hasta que ambos guardianes seamos su cruel final.
Llegó la hora.
Recojo mis cosas, entre ellas mi celular y la daga, y me apuro a salir. Voy a hablar con Pierre, no me importa la hora que sea ni que esté haciendo, debo conseguir que me ayude con esto sí quiero extraer adecuadamente la energía del mural.
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OSCURO GÉNESIS
FantasyBridget Wilson tiene un único propósito este verano: desconectar de los problemas que la separación de sus padres le lanzó encima, y supervisar que su madre sane su marchitado corazón. Con eso en mente, ambas viajan desde Toronto hasta Nelson, Colu...