—¡¿Por qué?!
—No insistas, Brid —me advierte, volviéndose a poner la camisa que estaba sobre la cama con apuro.
Me bajo del marco de la ventana de un salto y me apresuro hasta él. Lo obligo a que voltee para verme a la cara.
—Explícame porqué no.
—No, y punto.
—¡Pierre!
—Viniste hasta aquí a estas horas solo por esto, ¿cierto? —Me quedo muda—. No querías verme, no viniste de sorpresa.
—Siempre quiero verte, no exageres. El tema surgió a último momento, y bueno, me arriesgué a venir.
—Es exactamente lo mismo.
—No, no lo es.
—Sí lo es, y no serás un dragón, no te lo voy a permitir. No insistas —enfatiza con los dientes apretados.
—¡¿Qué te sucede?! —chillo con impotencia—. Me besas como si no hubiese un mañana y luego te enojas mágicamente. Ni siquiera has escuchado la razón de mi decisión.
—No quiero escucharla. No sabes lo que implica ser un dragón ni siquiera para decidirlo tan rápidamente.
—Tengo derecho a ser un...
—No me interesa —vuelve a interponerse ante mis palabras.
—Te estoy diciendo que...
—Ya sé a lo que quieres llegar.
—¡Cállate y dejame hablar! —grito, de inmediato tensa la mandíbula y cierra esa bonita boca que tiene—. Tengo un plan para acabar con Colin, necesito ser un dragón. No vas a prohibírmelo porque hoy se te ha ocurrido controlar lo que hago o lo que no. Además, mi abuelo me heredó ese poder, si quiero puedo tomarlo.
—Pero no lo harás.
Suelto un gruñido.
—¿Sabes qué? —añado—. Me importa un carajo que tú seas quien puede ayudarme a extraer el poder del mural; lo haré yo sola si no aceptas ayudarme, porque no vas a detenerme de todas formas.
Camino apurada hacia la salida sin pensármelo dos veces con Pierre llamándome de fondo. Lo ignoro, sigo mi camino. Esto fue una mala idea. Pero, al abrir la puerta, Pierre la cierra de golpe y me impide el paso.
—Así no te vas a ningún lado —me dice.
—¿Así cómo?
—Así de furiosa.
—Estás bromeando.
—Para nada, voy muy en serio.
—¡¿Cómo quieres que no esté furiosa si no te dignas a darme una maldita explicación, Pierre?! Estás restringiéndome cosas sin razón aparente. Y no me digas que confíe en ti —señalo ya harta—, porque esta vez va más allá de eso.
Afirma con la mirada baja, como si analizara las cosas. Luego me obliga a dirigirme al sofá del centro tomándome de la cintura. Me niego en un inicio, varias veces incluso, hasta que presiento que no me queda otra opción, no va a dejarme ir sino. Me siento a su lado y lo observo con rencor.
—No quiero que te conviertas en dragón —cuenta. Ya ha bajado sus decibeles de frustración e insistencia, su tono se volvió calmo y apto para dialogar con una pizca más abundante de paz.
—De eso ya me enteré.
—Pero que no quiera no significa que no me encante la idea. —Ahí es cuando lo miro con confusión, eso no tiene sentido, así que prosigue—: Mira, puedo detestar a mis padres por lo que hicieron, pero tenían razón en algo... Ser un dragón significa condenarte a Shungit.
—¿Y?
—No quiero condenarte a este pueblo, a vivir encerrada aquí sin opciones, a aguantar el peso de ser guardiana por el resto de los años sin excepción. Entiendo que desees acabar con Colin, yo también lo deseo, pero va a tener que ser sin ayuda de tu dragón.
Niego con la cabeza mientras él se sienta más cerca de mí para tenerme a pocos centímetros.
—Tienes una tremenda vida por delante, Brid —continua, con sus ojos viajando por los míos—. Me importas muchísimo, y dejar que te conviertas en un dragón significaría darte la libertad de tirarte al vacío. No lo haré.
—¿No lo harás?
—No, nena.
—Pero si dejarás que me marche en algún momento. —Trago saliva con fuerza, se me hizo un nudo en la garganta al recordarlo como posible futuro cercano—. ¿Has pensado en eso también?
—Claro que lo he pensado; sabes que me aterra que te vayas, que me dejes. —Me toma de las manos repentinamente—. Pero no pienso encadenarte porque yo estoy aquí. Lo único que quiero es que prosigas con tu vida.
—Sabes que eso no va a pasar... Te prometí que no me alejaría porque seas un dragón, no me atrevería a hacer lo mismo que tus padres, quienes corrieron de Shungit por la estúpida creencia de ser un lugar condenador.
—Es que lo es. Y te irás cuando sea necesario, pero si te conviertes en dragón todo se complicará.
—¿Quién dice eso? —murmuro con un hilo de voz.
—Las reglas. Los dragones están ocultos de la sociedad, ya te he explicado el porqué. Shungit fue creado para nosotros, abandonarlo no es una opción.
—Aún no es una opción. ¿Qué sucedería si encontráramos la forma de abandonar el pueblo y volver cuando sea sin perder a nuestro dragón?
—Eso no es posible.
—¿Lo has intentado?
No contesta, y lo hace a su vez con la vacía falta de palabras.
—¿Lo ves? —insisto—. Tú más que nadie debería entenderlo. Eres el chico positivo que sostiene que todo saldrá bien, el que me ha hecho creer que lo impensable e imposible es posible... El chico que ha creído en mí desde el inicio.
Da un suspiro y desvía la mirada. Esta vez soy yo quien lo obliga a centrarse en mí, a volver a nosotros. Debe recordar todo lo que ha sucedido estos últimos tiempos, ¿en verdad va a decirme ahora que buscar una solución que nunca ha sido intentada es inalcanzable? ¿Justamente él?
Lo único que veo es como se va rindiendo ante algo claramente aún no comprobado. Tiene miedo, no quiere hacerlo por alguna específica razón que está suprimiendo en esta discusión.
Este no es el Pierre que acostumbro a admirar. Mi Pierre me inspira a lograrlo, a trabajar hasta alcanzarlo por más de lo muy insegura y ansiosa que yo esté al respecto.
—Dijiste que te importo, ¿verdad? —resalto para proseguir y romper el silencio.
—No te imaginas cuánto.
—Entonces ayudáme con esto. Me convertiré en un dragón, tomaremos a Colin por sorpresa y acabaremos con él. Luego buscaremos una forma de que los dragones plateados sean libres respecto a sus decisiones.
—¿Y si no lo logramos? —pregunta, no esperaba que acudiese tan pronto a la resolución.
—No hay plan B, porque el A va a funcionar.
Lo medita unos instantes con paciencia, espera como si yo fuese a rendirme al respecto, en el fondo sabiendo lo terca que soy continuamente. Guardo una bocanada de aire en mis pulmones mientras veo como duda una y otra vez.
—Bien. Cuéntame tu plan —suelta, y me lleno de alivio.
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OSCURO GÉNESIS
FantasyBridget Wilson tiene un único propósito este verano: desconectar de los problemas que la separación de sus padres le lanzó encima, y supervisar que su madre sane su marchitado corazón. Con eso en mente, ambas viajan desde Toronto hasta Nelson, Colu...