Cap. 1

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Narrador omnisciente:

Como todos los días, la luz entraba por la ventana de su cuarto, iluminando cada rincón y despertando a la serafina mientras unos suaves golpes sonaban en la puerta.

-Adelante- dijo ella mientras se desperezaba con una sonrisa en los labios, la gran puerta de madera blanca con toques dorados se entreabrió dejando pasar a dos pequeños querubines con unas bandejas de plata- Buenos días.

-Buenos días Raquel, le traemos el desayuno- cada uno dejó la bandeja que llevaba en la mesa del cuarto con cuidado y procedieron a sacar un vestido blanco y vaporoso del armario.

La ángel se levantó mientras se estiraba y se acercaba a ver lo que las bandejas poseían, una serie de surtidos de bollería entre otras bebidas y algunas tostadas que tenían una pinta deliciosa, se giró hacia los pequeños angelitos para agradecerles el desayuno pero estos ya habían desaparecido por la puerta. Cogió un bollo y se asomó a su balcón para observar como la ciudad celestial amanecía, las calles se iban llenando de otras almas que hacían su no-vida en el lugar más perfecto de los tres planos, observó como algunos se dirigían al teatro, mientras que otros se encaminaban al cine o a realizar algunas compras en las tiendas del paseo.

-¡Buenos días!- la saludó una voz desde la puerta- te he oído levantarte y había pensado en hacer algo divertido esta mañana, ya sabes, antes de que Sera nos llame- Raquel se giró viendo a su amiga en la puerta, Emily llevaba un vestido liso blanco y sonreía con emoción ante alguna idea que se le había ocurrido.

-¿Qué idea has tenido?- la otra serafina entró volando en el cuarto y se sentó en la barandilla del balcón, al lado de donde se encontraba la primera.

-Quiero que vayamos de compras, he visto que han sacado nuevas colecciones de vestidos en la tienda de St. Catalina y me muero por tener uno nuevo... Además, podemos pasear y desayunar por algún lado- Raquel le enseñó el bollo que estaba comiendo- o acompañarme mientras desayuno... O almorzar... Y podemos ir a ver una peli- las alas de Emily se movían rápidamente mostrando su entusiasmo por los planes y las ganas de salir de la casa.

-Está bien- Raquel entró de nuevo al cuarto y dejó lo que le quedaba de bollo en la mesa- me cambio y salimos- Emily hizo un sonidito agudo y salió volando del cuarto a gran velocidad, Raquel se puso su vestido y dobló el camisón que llevaba para dormir, dejándolo ordenadamente encima de la cama; salió y vio a su amiga hablando con otros ángeles- Emily, ya estoy- la serafina se giró y la agarró de a mano mientras se despedía con la otra de los ángeles con los que había estado.

-¿Te apetece ir paseando o volando?- antes de que a Raquel le diese tiempo a contestar, Emily se respondió- a mí me apetece pasear

-Entonces iremos paseando- le sonrió la pelinegra mientras bajaban las escaleras de la gran casa en la que vivían.

Como en todo el mundo, siempre existía una jerarquía de poder y en el cielo, las serafinas eran la parte más alta de la pirámide y por tanto, tenían una gran casa en el centro del Cielo, la cual conectaba directamente con el Palacio de la Justicia, donde se celebraban los juicios y las reuniones de la pirámide angelical. 

Iban tranquilamente hablando de temas sin importancia cuando vieron carteles por la calle anunciando un concierto- ¿Van a hacer otro concierto?- suspiró Raquel con un poco de cansancio.

-No debería decir esto pero sigo sin saber como entró al Cielo- el cartel mostraba en primer plano a Adán, el primer hombre, junto con el resto de su banda en el fondo; unas letras brillaban debajo de él "Nuevo disco: La polla original".

-Emily, es el primer hombre, tenía que entrar al cielo, si no, significaría que toda la sociedad estaba corrupta- Emily negó con la cabeza.

-Es muy desagradable- Raquel le sonrió mientras le cogía la mano y seguían avanzando hacia la tienda de St. Catalina, por el camino la gente las saludaba y algunos, los más nuevos en el cielo, les hacían reverencias pensando que esa era la forma adecuada de dirigirse a ellas, pero las dos amigas simplemente les sonreían y continuaban caminando.

La serafina (Alastor y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora