Cap. 31

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Narra Raquel:

Habían pasado un par de semanas desde que había tenido la conversación con Al y a partir de ahí, los días se habían desarrollado con normalidad, pasaba la mayor parte del tiempo ayudando a Charlie con la redención de Ángel, aunque este no ponía mucho de su parte para ir al Cielo cosa por la que no lo culpaba, sin embargo sí que habíamos percibido cambios en él respecto a la araña que era cuando llegó, ahora era más cuidadoso con lo que hacía y trataba de ayudar en lo que pudiese, por lo que imaginaba que estábamos yendo por un buen camino.

En varias ocasiones había salido con Alastor a dar un paseo por la ciudad para charlar o ir a conocer puntos que él creía que podían resultarme interesantes del Infierno, sin embargo, nunca solían ser muy largos pues nos habíamos dado cuenta de que él llamaba demasiado la atención y ambos temíamos que ciertas V's se diesen cuenta de que yo estaba allí y nos descubriesen.

Miré a través de mi balcón hacia el centro de la Ciudad y mis ojos se fijaron en el gran reloj que había en la plaza central "183 días" marcaba el contador, llevaba casi medio año en el Infierno y quedaba justo el mismo tiempo antes del próximo exterminio... Sentí como mi vello se erizaba ante la idea de ver a los míos bajar a matar demonios, aunque ya no me consideraba parte de ellos, sentía algo de dolor de pensar que eran capaces de ello... 

Aún me dolía un poco pensar en el Cielo, había sido mi hogar durante toda mi vida y ahora desconocía por completo lo que estaba pasando allí arriba, la gran esfera blanca brillaba en lo alto y deseaba poder ir a ver si Emily estaba bien, saber si alguien más se había enterado de lo que Sera y Adán hacían... Si me echaban de menos o al menos notaban mi ausencia... ¿Sabrían que seguía viva? Seguramente creerían que me había muerto en la caída, yo también lo habría pensado en su situación... Estaba deseosa de poder emprender el vuelo y acercarme para recorrer sus calles y las tiendas que había, disfrutar del Zoo o desayunar con mi amiga como hacíamos habitualmente, a pesar de la libertad que poseo y las prohibiciones que debía acatar allí, seguía siendo mi primer hogar y algo dentro de mí aún lo añoraba.

Narrador omnisciente:

Una sombra se deslizó por debajo de la puerta tras observar a la serafina durante unos minutos, entre la oscuridad de los pasillos llegó a una habitación en la otra parte del pasillo, entrando por debajo de la puerta y tomando forma delante de su dueño.

-Está mirando al Cielo otra vez- dijo la sombra mientras el ciervo estaba de espaldas ojeando unos papeles.

-¿Sigue queriendo volver?- no se molestó en girarse para hablar con la silueta.

-Eso parece señor, estaba ensimismada en sus pensamientos- el demonio dejó con un golpe seco todos los papeles en la mesa y se inclinó sobre ella apoyando los puños.

-No entiendo como puede seguir echando de menos ese pomposo y repulsivo lugar- la sombra se deslizó a su lado mientras que Alastor tenía la mirada puesta en los documentos aunque realmente estaba perdido muy lejos de allí.

-Señor, fue su hogar durante muchos años, es normal...- con una mano el demonio la desmaterializó haciendo que se reincorporase a su propia sombra, no necesitaba que le recordasen la procedencia de la ángel, la tenía muy en cuenta, sin embargo no entendía como tras descubrir la libertad y el disfrute que el Infierno le podía proporcionar seguía queriendo regresar a un sitio con tantas normas como el Cielo, era imposible de comprender para él.

Se incorporó en el lugar y observó de nuevo la carta de Rosie, le avisaba que seguían sin haber sospechas del paradero de la ángel y confiaba en que tras un poco más de tiempo se olvidarían de ella pensando que algún caníbal se la había comido, Alastor esperó que su amiga estuviese en lo correcto y no tuviese que preocuparse mucho más tiempo de que persiguiesen a la serafina. Lanzó la carta a la chimenea que tenía en el cuarto y observó como lentamente se quemaba como todas las cartas que había intercambiado con Rosie con el motivo de Raquel, agradecía profundamente que le hubiese apoyado en esto pues desconocía como habría podido gestionarlo solo de la forma adecuada.

La serafina (Alastor y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora