Cap. 16

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Narrador omnisciente:

Hacía unas semanas de la llegada de la serafina al hotel, todos se habían acostumbrado a su presencia y la consideraban una de más de la peculiar familia que conformaban. Raquel se encontraba en uno de los sofás de la sala leyendo mientras por su lado Charlie daba vueltas a la sala apuntando cosas en una libreta de forma apresurada.

-¿Todo bien Charlie?- preguntó la ángel sin levantar la mirada de su libro, la rubia asintió de forma apresurada mientras seguía caminando de un lado para otro.

-Sí, bueno, no, bueno sí- se empezó a contradecir rápidamente hasta que apareció al lado de su compañera- es que no entiendo como no ha venido nadie.

-Como no ha venido nadie de...- la miró de reojo esperando que continuase la frase mientras trataba de no perder por donde iba en su lectura.

-Porque no ha venido ninguna alma a redimirse todavía, llevamos ya más de dos meses abiertos, hasta tenemos anuncio en la televisión y panfletos- Raquel no quería decir nada desagradable pero había visto el anuncio y si hubiese sido una pecadora, ella tampoco habría querido ir, los panfletos sin embargo no estaban mal pero la mayoría habían acabado en papeleras o utilizados para liar cigarrillos.

-Tenemos a Ángel- trató de animarla.

-Pero Ángel no ha hecho esfuerzos por redimirse aún, sigue sin querer asistir a clase y considera tontos los ejercicios- la morena cerró el libro y miró a su amiga.

-Es que la redención lleva tiempo, nadie dijo que fuese algo fácil... En el fondo, si está aquí es porque ha hecho algo malo, cariño- la rubia se hundió en su sofá haciendo pucheros.

-¿Y qué deberíamos hacer? ¿Cómo lo hacían las almas para subir al cielo?- Raquel abrió la boca para contestarle pero se quedó pensando el porqué subían las almas al cielo, en el fondo ella nunca se había encargado de esa parte, Sera le proporcionaba la lista a San Pedro.

-Hacer el bien, supongo- la mirada de Charlie se posó en ella mientras levantaba una ceja.

-Como que supones... ¿No tenéis una lista de cosas para subir al cielo o al menos algo que os de una pista?- ella negó.

-De eso se encargaba Sera, nosotras no... Pero me imagino que...- dudó mientras pensaba cosas que pudiesen hacer que alguien ascendiese- Hacer el bien de forma altruista... Arrepentirte de tus pecados... Bueno, y creer en Dios, claro- la joven se dio cuenta en ese momento de hasta que punto desconocía las normas de su anterior hogar, nunca se había planteado ninguna de esas cosas cuando se suponía que eran parte de sus responsabilidades, pero como Sera siempre se había hecho cargo, las había dejado a su disposición, haciéndose a un lado y dejando que ella hiciese lo que quisiese.

-Entonces... ¿Primero deberíamos conseguir que se arrepintiese de su pasado?- Raquel negó.

-No creo que sea necesario que se arrepienta de todo su pasado, sino de las cosas malas que ha hecho... Y que se esfuerce en mejorar... Ese sería un buen punto de partida- Charlie sonrió.

-Guay, pues entonces lo primero es que deje sus vicios, voy a ir a esconderle las drogas- se levantó de un salto y se fue corriendo a la habitación de Ángel.

-Pero no le digas que te lo he dicho yo- gritó la morena pero Charlie ya no la oía, estaba demasiado lejos.

-Te va a matar- oyó a Husk desde la barra, una pequeña sonrisa se asomaba en la comisura de sus labios.

-Lo sé Husk, gracias- dijo con ironía antes de volver a acomodarse en el sofá para continuar con su lectura. Tuvo apenas una hora de tranquilidad antes de que otra persona apareciese a su lado.

La serafina (Alastor y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora