Cap. 54

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Narrador omnisciente: 

Fue en el momento del postre cuando la música sonó en el restaurante y el demonio decidió sacar a bailar a su pareja, Raquel se sentía algo cohibida de bailar delante de tanta gente pues solo lo había hecho en la fiesta de Rosie, pero la sonrisa de Alastor la calmó lo suficiente como para dejarse llevar por él, salieron a la mitad de la pista y se apretaron el uno contra el oro mientras bailaban una canción lenta.

-No te mueves mal para ser una anciana- se rio él mientras la hacía dar una vuelta, ella solo le sacó la lengua sabiendo que esta sería una de las nuevas bromas del ciervo.

-Cállate- él solo volvió a reír mientras acariciaba su cintura.

-¿Te he dicho lo preciosa que estás esta noche?- ella asintió sonrojada- pues debería repetírtelo más, porque estás deslumbrante- Raquel sintió que el calor la invadía mientras se encontraba allí, bailando con Alastor y veía como él solo tenía ojos para ella. La serafina se puso de puntillas y le dio un suave beso en los labios, le habría encantado que hubiese podido ir a más pero estaban rodeados de gente y no quería ser vulgar, se separó mirándolo a los ojos.

-Te quiero- le susurró mientras lo observaba con una sonrisa, las orejas del demonio temblaron mientras su sonrisa se ensanchaba al oír sus palabras.

-Yo también te quiero, serafina- dijo y la acercó más a él. Bailaron un par de canciones antes de decidirse por volver al hotel, él la llevó de la mano al coche dejándola pasar, pero a diferencia de las otras veces que compartían vehículo, en esta ocasión la ángel se quedó en el asiento del medio- ¿Acaso tienes frío?- preguntó al ver que el espacio entre ambos era casi inexistente, pero ella solo le sonrió negando con la cabeza, puso una mano en la mejilla del demonio y se inclinó para besarlo.

Alastor le dio al botón que subía la ventanilla del conductor para evitar que este observase el espectáculo que se desarrollaba en el asiento trasero y respondió al beso con tranquilidad, sin embargo le sorprendió observar como en este caso era la ángel la que estaba subiendo la intensidad tratando de introducir su lengua en la boca del demonio.

-Raquel...- suspiró él mientras ella lo mandaba callar, lo necesitaba, quería estar así con él y sabía perfectamente que él intentaría detenerlo, pero esta vez no le iba a dejar. Bajó sus labios al cuello del demonio como él había hecho tantas veces con ella, sus dientes no estaban afilados por lo que no podía morderle tan fuerte como él le hacía, sin embargo se dedicó a darle besos y pequeños mordiscos que conseguían sacar lo que parecían algo más que suspiros de la boca del ciervo- Raquel...- ella se separó y lo mandó callar con la mirada, pero él no le hizo caso- no sé hasta que punto esto es...

-Cállate- le gruñó antes de volver a besarlo, esta vez con fuerza, Alastor estaba haciendo todo lo posible por controlarse, no quería hacerle daño por lo que debía ir con cuidado, pero tener a la serafina así ante él se lo estaba complicando demasiado todo, notó como perdía el aliento cuando ella mordió su labio inferior y un pequeño gemido se le escapó.

El coche se detuvo en la puerta del hotel haciendo que ambos se separasen entre respiraciones agitadas por la falta de aire, se miraron mientras esperaban que uno de los dos hablase, pero ninguno lo hizo, Raquel se separó un poco tratando de recolocarse el vestido que se le había movido un poco durante el trayecto y Alastor se arregló la chaqueta antes de salir del coche y esperar a que ella hiciese lo mismo, le tendió la mano, la cual la ángel agarró sin dudarlo y entraron al hotel, el silencio se había establecido entre ellos mientras esperaban con ansias lo que pasaría cuando llegasen al cuarto de ella.

Subieron las escaleras y la serafina se atrevió a mirarlo de reojo, las mejillas del demonio estaban coloreadas, lo cual le indicaba que sentía el calor casi tanto como ella, eso solo hizo que el cosquilleo de su vientre se acrecentase por el nerviosismo de lo que podía suceder a continuación. Una vez en la puerta, Alastor se detuvo con la intención de irse a su cuarto a lo que la serafina le miró con una ceja levantada.

La serafina (Alastor y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora