Cap. 35

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Narra Raquel:

-Eres Raquel- dijo la araña como si no comprendiese del todo la pregunta- eres nuestra amiga, parte de nuestra familia, una más de nosotros- negué mientras alejaba el plato en la mesa.

-No Ángel, lo siento pero sabes que no soy una de vosotros- su rostro mostró sorpresa al oír mis palabras- lo intento de verdad, pero no soy una pecadora, no soy un demonio, no he tenido una vida antes, ni encajo aquí del todo... Puedo tratar de dejarlo todo atrás pero por mucho que lo intente sigo perteneciendo a ahí arriba...

-Los de allí arriba te abandonaron, te repudiaron lanzándote aquí, ¿se te olvida que estuviste a punto de morir?- noté una punzada de dolor al oír sus palabras, sabía donde debía atacar para hacerme daño y lo acababa de hacer.

-Aquí abajo han intentado matarme y secuestrarme dos veces- traté de defenderme ante su ataque, no quería discutir pero la cara que tenía me indicaba que él sí.

-También te hemos salvado- él se levantó, dejando la silla caer a sus espaldas mientras apoyaba las manos en la mesa inclinándose sobre mí para tratar de intimidarme, pero a pesar de la diferencia de altura, no iba a permitir que eso pasase por lo que me levanté yo también.

-¿Tú? ¿Cuándo?- él levantó una ceja ladeando una sonrisa.

-Que yo sepa, yo te libré de tu primer secuestrado y Charlie te curó de las heridas que te hiciste al caer- me mordí el interior de la mejilla con rabia al darme cuenta que en ese argumento tenía razón, su rostro mostraba enfado, no le agradaba por donde iba la discusión y a mí tampoco- al parecer los de aquí abajo no somos tan malos, porque ellos no se han preocupado ni por saber si seguías viva.

Apreté mis puños encima de la mesa mientras el enfado me recorría todo el cuerpo, le había contado en secreto mis dudas sobre si alguien en el Cielo se habría preocupado por saber si estaba viva tras la caída o como me había adaptado al Infierno porque confiaba en él, pero ahora estaba usando mis temores contra mí, los usaba como armas para poder ganar esta batalla y eso me dolía.

-Al menos allí no vendemos nuestra alma al primer demonio que nos halague un poco para conseguir drogas- las palabras salieron solas de mi boca y yo misma me sorprendí tras pronunciarlas, la cara de Ángel fue de sorpresa por unos segundos pero rápidamente cambió mostrando furia en sus ojos, quería disculparme, no lo había dicho en serio.

-Ahora lo entiendo todo- escupió, sus palabras estaban impregnadas de rabia- te crees mejor que nosotros, ¿no es verdad? Eres como todos ellos, elitista y una narcisista que se cree que está por encima de esos malditos demonios del Infierno, para ti solo somos escoria a la que estás utilizando para sobrevivir... Nos miras por encima del hombro... Abre los ojos serafina, aquí no todos tenemos la suerte de que nos traigan el desayuno en bandeja de plata, nosotros nos esforzamos por sobrevivir y hacemos lo que sea por hacerlo... Pero tú, con tu halo de luz y tu bondad- trató de imitar mi tono de voz a modo de burla- vienes simulando que eres la única con problemas, eres egoísta y una arrogante.

Sentí cada una de sus palabras como cuchillos que se clavaban en mi cuerpo, me dolía que pensase eso de mí cuando se suponía que éramos amigos, era uno de los mejores amigos que tenía desde que había llegado y ahora desvelaba lo que realmente pensaba de mí, aparté la razón y, por segunda vez en menos de 24 horas, me dejé llevar por mis sentimientos, aunque sabía que esta vez no sería tan agradable.

-¿Crees que yo habría querido bajar aquí? Traté de ayudaros y me castigaron, no quise caer, no quise que me atasen, no quería entrar en el hotel y menos tener que empezar una nueva vida en un plano completamente diferente. Crees que soy egoísta cuando todo lo que he intentado hacer es ayudar aquí apoyándoos y acompañándoos en cualquier mísero problema que pudieseis tener ¿Y aún quieres llamarme arrogante solo por considerar que no soy un demonio? Acéptalo, no lo soy, nunca lo voy a ser, me he criado y he adquirido las creencias del Cielo, no puedo cambiarlo y tampoco quiero... A diferencia de ti yo no estoy aquí por haber hecho cosas malas en la otra vida, estoy aquí por haber intentado que dejasen de asesinaros pero eso tú ya lo sabes... Así que no te atrevas a volver a llamarme egoísta- traté de irme a mi cuarto y alejarme de él para dar por concluida la disputa pero Ángel no parecía conforme, agarró mi mano cuando yo me dirigía hacia las escaleras.

La serafina (Alastor y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora